Más luz sobre el Toledo romano

J. Monroy
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Durante las obras de construcción de la primera estación ya aparecieron restos romanos, a los que se vinieron a sumar la piscina descubierta por Rojas a finales del pasado siglo

Un nuevo descubrimiento del Toledo romano

La aparición de nuevos restos junto a la estación de ferrocarriles puede ser un nuevo capítulo en el descubrimiento del pasado de esta zona, que precisamente se inició en 1858 durante las labores de construcción de la primera estación, donde quedó claro que allí había un conjunto arqueológico de origen romano. Posteriormente, entre diciembre de 1988 y junio de 1989 cuando el arqueólogo Juan Manuel Rojas descubrió en el número 76 del paseo de la Rosa la piscina romana de Cabrahígos, dentro de un conjunto de termas. Pero en sus conclusiones dejó claro que posiblemente hubiera un hábitat romano en la zona. Estas nuevas excavaciones podrían dar luz sobre este punto.

La piscina de Cabrahígos tiene una extensión de unos mil metros cuadrados distribuidos en una superficie de planta trapezoidal orientada noreste-suroeste. «A partir de los resultados obtenidos en la intervención arqueológica, creemos disponer de los datos suficientes para afirmar que nos hallamos ante los restos de una piscina o 'natatio': asociada a un importante complejo de termas de época romana», concluye el arqueólogo.

La piscina no solo ocupa la parcela objeto inicial de estudio, sino que se acerca a la estación de ferrocarriles, por debajo de los dos carriles del paseo de la Rosa en sentido salida de la ciudad, hasta la mediana.

Un nuevo descubrimiento del Toledo romanoUn nuevo descubrimiento del Toledo romanoEn la primera excavación de sondeo de dos por dos metros, Rojas encontró un relleno arqueológico con una estratigrafía muy interesante, y se percató de la presencia, en el centro del solar, de un muro de 'opus caementicium' y de una escombrera situada tras el lado sur de éste, compuesta principalmente por abundantes fragmentos de estucos y de pavimento de 'opus signinum'.

Evidentemente, continuó con nuevas actuaciones, que encontraron recuperar los restos de estucos y pavimentos por un lado, y continuaron estudiando el muro de 'opus caementicium' por otro. Las excavaciones encontraron nada menos que cuatro lienzos romanos de dos metros de altura por otro de ancho, que cruzaban en paralelo dos a dos el solar de este a oeste y de norte a sur. También se encontraron cuatro escalinatas y una cisterna. Y a una profundidad de 3,3 metros desde lo alto del muro, había un suelo de 'opus signinum'.

Los muros tenían fábrica de 'opus caementicium', con argamasa de gran dureza mezclada con piedras graníticas irregulares de tamaño medio. Tenían  una anchura de entre noventa centímetros de 1,1 metros, una altura de entre dos y 3,3 metros y una longitud aproximada (uno de ellos seguía en la propiedad adyacente) de 11,6, 24, 18 y 24 metros.

Un nuevo descubrimiento del Toledo romanoUn nuevo descubrimiento del Toledo romanoPara su fabricación se empleó el encofrado. Y al menos dos muros presentaban un revestimiento de seis centímetros de espesor con características hidráulicas, que recubre tanto la coronación como los paramentos del interior del recinto. Se trata de un revestimiento de muy buena calidad, que recubre hasta un 98 por ciento de estos muros.

Finalmente, el suelo compuesto por tres capas con un espesor total de 30 centímetros, una base está integrada por piedras graníticas angulosas de unos quince centímetros que forman un empedrado;otra capa de unos siete centímetro, compuesta por otro empedrado de cantos más pequeños revueltos con mortero de cal poco rígido; y la superior, de ocho centímetros, básicamente, de trozos de teja o de vasijas cerámicas, revueltos con mortero de cal.

Además, había dos escalinatas rectangulares, otras dos en cuarto de círculo en las esquinas y la cisterna. A todo ello, hay que sumar numeroso material de relleno.

Un nuevo descubrimiento del Toledo romanoUn nuevo descubrimiento del Toledo romanoPiscinas y más. Rojas apunta que «posiblemente, fueron las buenas características del agua del manantial de Cabrahígos, unido al aporte de un importante caudal resultante del desvío de aguas del acueducto antes de su entrada en Toledo, los factores determinantes para que se construyeran las termas y, muy probablemente, un vasto núcleo de hábitat que ocupaba gran pare del actual paseo de la Rosa y de la estación de ferrocarril».

Es aquí donde, aunque todavía es muy pronto, podría encajar este nuevo descubrimiento en la estación. «Además, sin haber llegado a conocer los edificios que rodearon la piscina, podemos llegar a tener una idea sobre ellos a través de los materiales arqueológicos recuperados, en especial de los de la escombrera de la zona B que, con la gran cantidad y variedad de estucos pintados y la presencia de teselas de vidrio (propios de mosaicos murales y de bóvedas), nos hacen pensar en grandes y posiblemente, lujosas construcciones», concluye el arqueólogo, para quien «si tenemos en cuenta las grandes dimensiones de esta piscina de Cabrahígos, hemos de pensar que se trataría de una termas públicas que gozarían de la aceptación de muchos ciudadanos».