Dice el refrán que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde. Perfectamente se podría aplicar en un escenario como el vivido en el día de ayer, ya que da pruebas fehacientes de lo vinculada que está la sociedad actual a la electricidad y la tecnología en su día a día.
Los primeros movimientos se vieron en los establecimientos hosteleros cercanos a núcleos de empresas y pequeños comercios, como la calle Real por su cercanía a la Diputación, la avenida Europa, el entorno de la plaza de Zocodover y el Polígono, por la zona de las consejerías, entre otros puntos de la ciudad. Trabajadores de compañías privadas y funcionarios se refugiaban en los bares o cafeterías esperando que el apagón eléctrico fuera circunstancial. El paso de los minutos sin electricidad y con el servicio de telecomunicaciones cada vez menos eficaz hacía que muchas de las empresas locales mandaran a sus trabajadores a casa al no poder llevar a cabo sus funciones. Únicamente aguantaron aquellas compañías con grupos con suficiente soporte informático para subsistir.
Pequeños comercios se veían obligados a echar el cierre ante la falta de alternativas para ofrecer métodos de pago al margen del efectivo o incluso de poder operar con sus cajas electrónicas. De hecho, este cierre no fue literal en el sentido de la palabra para todos los locales, debido a que por mucho que se cerraran las puertas al público no podían clausurar sus establecimientos por los motivos electrónicos evidentes.
Cierre generalizado de comercios, farmacias y supermercadosOtros de los puntos que también tuvieron dificultades para desarrollar su actividad desde el primer minuto fueron servicios de primera necesidad como las farmacias, que más allá de no poder atender a los clientes como otros comercios tampoco tenían la oportunidad de dispensar medicamentos. Lo mismo ocurría con los bancos, que pronto cerraron el paso a sus oficinas de los usuarios por motivos de seguridad una vez que los cajeros quedaron inutilizables.
Un episodio que afectó a todo el país y que rememoró imágenes del pasado vinculadas a la pandemia y al confinamiento, como el "pánico" del ciudadano por ir a comprar previsiones ante la incertidumbre o el denominado kit de supervivencia que tan de moda está ahora. La inmensa mayoría de estos negocios en la ciudad cerraron a las pocas horas del apagón eléctrico, incluso algunos de los supermercados con ayuda de blindaje policial para evitar robos, como fue el caso del Lidl de la plaza de Grecia.
Sin embargo, Mercadona mantuvo sus establecimientos abiertos durante toda la jornada debido a que su soporte eléctrico alternativo funcionaba con gasolina que mantenía el servicio aproximadamente dos horas y media por bidón. Es entonces en esta cadena de supermercados donde se experimentó un mayor nerviosismo entre los usuarios. Las horas previas a la comida, sobre las 14:00 horas de la tarde, centros como el de la avenida General Villalba, aglutinaron un número superior de consumidores que el de un día habitual. Pese a todo, sus encargados manifestaron a La Tribuna que la jornada se estaba desarrollando sin incidencias graves y con relativa tranquilidad. Ya en horario vespertino, los supermercados fueron cerrando galerías de aquellos productos que requerían un mayor mantenimiento que ya no podía sustentarse por su sistema eléctrico.
Cierre generalizado de comercios, farmacias y supermercadosLas garrafas y botellas de agua, así como las latas de conservas eran los alimentos más frecuentes entre los carros de los compradores. El nuevo papel higiénico de la época del Covid. En cualquier caso, algunos de los usuarios encuestados por La Tribuna aseguraron que no habían acudido exclusivamente a comprar por el apagón, sino que aprovecharon la ocasión del viaje para adquirir provisiones de enseres de primera necesidad. Alguno de ellos incluso bromeaba recordando "qué poco caso le hemos hecho a las recomendaciones del kit de supervivencia de la Unión Europea y ahora vamos con prisas".
Ante estas casuísticas y sin alternativas de ocio digitales, los toledanos aprovecharon el sol de la jornada para pasear y hacer deporte, siendo una de las estampas más numerosas por diferentes puntos de la ciudad.