En sede parlamentaria, una diputada secesionista, que actúa de recadera del CP (Cobarde Prófugo) ha declarado que no quiere sólo las chucherías que les están ofreciendo, sino el supermercado entero. Puede que lo que no han calculado los bulímicos secesionistas es que podría ser posible que se quedaran con todo el supermercado, pero igual tenían que cerrar por carecer de clientes. Ya que los secesionistas siempre nos llevan a los grandes asuntos espirituales, o sea, al dinero, hablemos de dinero.
Donde más vende Cataluña es en la España que desprecian. A Francia, que tiene 68 millones de habitantes, le vende productos por importe de 9.900 millones de euros. La autonomía aragonesa, en cambio, que sólo la habitan 1.350.00 personas, le compra a Cataluña mercancías y servicios por valor de cerca de 11.000 millones de euros. Por si no se entiende, sería más grave para la economía catalana, que le dejaran de comprar los aragoneses a que lo hicieran los 68 millones de franceses.
Hace pocos días, resucitó ese exquisito político, lleno de finuras y cortesías, Quim Torra, el que dijo que los españoles somos "bestias carroñeras, víboras, hienas, con una tara en el ADN". Pues bien, esas bestias carroñeras son las que mantienen la economía catalana, porque compran mantequilla, jamones y derivados del cerdo, tejidos, etcétera.
El aviso de Quim Torra sobre el ADN puede ser muy peligroso, porque igual a las bestias carroñeras les da por mirarse el ADN, y como ha avanzado tanto la genética, se curan y, en lugar de ser bestias carroñeras, se transforman en seres racionales y se preguntan por qué deben de comportarse como unos gilipollas, comprando a un vendedor que, además de cobrarles, les insulta. Ya he dicho, muchas veces, que no soy partidario de esa barbaridad, porque hay más españoles en Cataluña que secesionistas de nómina, y eso perjudicaría a todo el que viviera en Cataluña. Pero, igual que ya han conseguido que 9.000 empresas catalanas paguen sus impuestos en otras autonomías, pueden encontrarse con que se hayan hecho dueños del supermercado, pero cada vez tengan menos clientes y los pocos estén cada vez más lejos.