La comunicación. Esa es la clave de la obra artística del escultor madrileño David Vimar. Precisamente, la comunicación humana fue el tema a tratar en su anterior exposición en la galería toledana Art+51, donde se acercó un proyecto en el que utilizaba el telón de un teatro como símbolo «de lo que separa a la persona que está detrás del telón del personaje que sale a escena». Ahora retorna con un concepto de la comunicación diferente, la comunicación en los bosques.
'La Voz del Bosque' es la tercera exposición individual de Vimar, con la que ha vuelto a Art+51. Esta muestra supone un viaje a la introspección comunicativa donde el mundo bajo tierra imita las redes neuronales y sociales del ser humano; una llamada a la colaboración y protección entre especies hermanas que pocas diferencias separan.
Cuando Vimar descubrió el trabajo de la científica canadiense Suzanne Simard y acabó fascinado al conocer «cómo funcionan los árboles como sociedad, cómo se protegen, cómo se intercambian nutrientes para intentar convivir en comunidad». Simard había investigado la comunicación de los árboles entre sí. Descubrió que a través de su red interna, los árboles hablan entre sí, extendiendo su información entre individuos cercanos y ejemplares que se encuentran a grandes distancias. Esta habilidad les permite cuidarse y ayudarse, formando una comunidad jerárquica en la que cada individuo tiene un papel importante.
Vimar evoluciona de la comunicación humana a la de los bosquesTras estudiar la comunicación humana, el artista apunta que estos estudios «son un escaparate estupendo para comprender cómo la misma naturaleza nos enseña que si cooperamos entre todos y nos comunicamos correctamente, la supervivencia es mucho más sencilla, no hay otro camino».
Comunicación vegetal. La ciencia nos ha demostrado que los bosques hablan, destaca Vimar. Los árboles forman parte de un complejo tejido subterráneo entre raíces y hongos, que contribuye a la subsistencia del ecosistema forestal. Esa red simbiótica, que recibe el nombre de micorriza, permite a los árboles compartir información. Su estado de salud, el estrés al que se ven sometidos y sus niveles de nutrición, se transmiten a través de 'árboles madre' que, desde el centro de la red, ayudan a regenerar y conservar el bosque. Esta red social de cooperación se extiende incluso al aire por donde liberan compuestos químicos que se perciben a través de los estomas de las hojas, en caso de incendios, plagas, tormentas o daños ambientales extremos. Los árboles funcionan como sistemas complejos y fascinantes, que actúan cooperativamente para defenderse como si el bosque fuera un sólo individuo.
Seducido por la comunicación entre estos seres vivos, David Vimar crea un diálogo de piezas únicas donde convergen técnicas tan innovadoras como las pinturas con humo de vela sobre lino natural y sus esculturas sobre madera de pino que inquietan estos días las emociones de cuantos se acercan a la sala. Figuras con alma y aire de resistencia, que exhiben las marcas del tallado como heridas abiertas que defienden su existencia. Una alusión a los últimos arboles de un bosque abocados a desaparecer.
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Desde ahora, apunta el artista, su creación ha dado un giro hacia la madera y «ahora mismo me veo encaminado únicamente hacia esa disciplina, nunca había tenido una conexión tan bestial con una disciplina como la que he tenido ahora con la madera, que me obsesiona totalmente y ocupa todo el tiempo del que dispongo».