Nacido de la reverencia a la materia prima

J. M. Beldad
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La Casa del Preso se ha incorporado recientemente a Raíz Culinaria y ya forma parte de los 96 embajadores de la marca

José Castro, cocinero y fundador de La Casa del Preso. - Foto: LT

En pleno corazón de Alcázar de San Juan, La Casa del Preso se ha consolidado como uno de los referentes gastronómicos más destacados de la región. Este restaurante ha sido una de las quince últimas incorporaciones al total de 96 embajadores con los que cuenta ya esta marca de excelencia gastronómica como es Raíz Culinaria, impulsada por el Gobierno de Castilla-La Mancha desde el año 2020, con el fin de reconocer y revalorizar la cocina que define y distingue a la región.

 Desde su fundación hace siete años, este restaurante ha sabido ganarse el reconocimiento del público, en gran parte gracias a la visión y dedicación de su cocinero y propietario, José Castro. «Comenzó como un proyecto muy ilusionante porque era el primer restaurante de carta que abríamos», explica Castro, que ha transformado su pasión por la cocina en un espacio tangible donde prima la calidad del producto y la tradición. La historia de José Castro y La Casa del Preso está profundamente arraigada en el mundo de la hostelería. «He nacido detrás de una barra», afirma con orgullo, recordando que su padre también fue hostelero y que él mismo se formó en la Escuela de Hostelería de la Casa de Campo en Madrid. Tras años de experiencia, decidió regresar a Alcázar de San Juan, donde ha revolucionado la escena culinaria local con una propuesta gastronómica que combina productos de primera calidad y técnicas de cocina innovadoras.

Uno de los sellos distintivos de La Casa del Preso es su apuesta por productos exclusivos y poco habituales en la región. «Traemos erizos, langostas, wagyu japonés, jamón de mar, trufas de todas las temporadas, etc.», comenta Castro, que asegura que su objetivo es ofrecer siempre lo mejor a sus comensales. La calidad es un imperativo en cada plato que sale de su cocina: «Nos especializamos en traer un producto de primera calidad y cuidamos mucho la cocción del mismo», asegura.

Sushi

Un aspecto que destaca en la oferta de La Casa del Preso es la integración de una partida de cocina asiática, con un 25% de su carta dedicada al sushi. «Tenemos un sushiman especializado asiático que va preparando diferentes platos», explica Castro, añadiendo que su equipo trabaja constantemente en la renovación del menú en función de los productos frescos que reciben cada día. «Todos los días vamos cambiando porque nos van entrando productos de temporada», señala.

Ensaladilla de centollo sin patata, tartar de atún y yema ecológica.Ensaladilla de centollo sin patata, tartar de atún y yema ecológica.Para Castro, el secreto del éxito de La Casa del Preso radica en la fidelidad de sus clientes, así como en la capacidad de atraer nuevos comensales gracias a su inclusión en la prestigiosa Guía Repsol y en Raíz Culinaria. «Llevamos dos años incluidos en la Guía Repsol, y ahora en Raíz Culinaria, y con eso sí que hemos notado que hay gente que viene directamente a comer a La Casa del Preso», comenta. Sin embargo, no todo es trabajo entre fogones; para el chef, una de las mayores satisfacciones es ver cómo los clientes disfrutan de sus platos: «Si algo me gusta mucho observar es cuando la gente está comiendo y cierran los ojos. Es el síntoma de que están disfrutando».

En su búsqueda por ofrecer una experiencia completa, La Casa del Preso también apuesta por la interacción con el cliente a través de su show cooking. Castro señala que les gusta «contar mucho nuestro producto, su procedencia, su proceso y todo al detalle», afirma Castro. Para él, la participación del comensal es una parte fundamental de la experiencia en su restaurante. La filosofía de José Castro se basa en un respeto absoluto por la materia prima, un principio que aprendió de uno de sus antiguos jefes, Jesús Santos, quien llegó a tener una estrella Michelin: «Decía que había que respetar mucho la materia prima, porque como la arrebatábamos de su origen, ya bastante tenía», recuerda Castro. De cara al futuro, Castro se muestra satisfecho con lo logrado hasta ahora, pero no baja la guardia y añade que se conforma «con que la gente que venga disfrute mucho». Por último, si el cocinero tuviera que sentarse a comer en su restaurante cree que tiraría por los crudos: «Para mí, el príncipe es el erizo del mar y la princesa es la gamba roja. Son mis dos fetiches».