El hombre que elevó las aguas del Tajo

Gonzalo Aranda Marqueta / María Jesús Galán Rosa
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Relojero, matemático, astrónomo, ingeniero de la corte de Carlos V y Felipe II; este polímata es reflejo del ingenio creativo renacentista, cuya obra fue importante en la ingeniera hidráulica española

El hombre que elevó las aguas del Tajo

El rostro del personaje que hoy protagoniza este artículo, representado a la moda del siglo XVI en este busto realizado en yeso y fidedigno al original que se conserva en el Museo de Santa Cruz, es una de las caras más reconocidas del ingenio renacentista de nuestro país y nuestra ciudad. Muchos son los toledanos que han recorrido la calle del Hombre de Palo en su paso hasta la Catedral, a la vez que muchos son los hijos que han crecido entre las paredes de aquel instituto que comparte nombre con este genio de la España Imperial: Juanelo Turriano. 

Juanelo Turriano (1500-1585), natural de Cremona y aprendiz de aquella Italia en la que ya resonaban los ecos de voces como las de Brunelleschi, DaVinci y Galileo, fue un polímata renacentista ducho en las artes de la relojería, ingeniería, matemáticas y astronomía. Tras convertirse en miembro de la Corte del Emperador Carlos V en calidad de relojero y arquitecto, Turriano realizo diversos encargos para la realeza de exquisita factura técnica como lo fueron sus dos relojes astronómicos, una serie de autómatas y su buque insignia, por el cual la memoria toledana le recuerda: el Artificio de Toledo. Este gran ingenio hidráulico, cuya operatividad se extiende hasta el siglo XIX, buscaba facilitar el abastecimiento de agua del río Tajo a la urbe, salvando un desnivel de unos 90 metros desde el río hasta el Alcázar de Toledo. Esta construcción acabó convirtiéndose en una hazaña y referente dentro del ámbito de la ingeniería hidráulica, definida como "una cosa de las más insignes que puede haber en el mundo" en palabras del historiador Ambrosio de Morales. No obstante, levantó diversas críticas por su complejo y costoso mantenimiento, lo cual no impidió que perviviese como símbolo local. Sin embargo, aquella fama que se granjeó en el campo de la maquinaria le catapulta a participar como científico en la reforma promovida por el Papa Gregorio XIII para adecuar la fecha del calendario y el tiempo astronómico. 

El busto presentado que hoy atesora el Museo del Ejército es una reproducción del original en mármol que se conserva en el Museo de Santa Cruz de Toledo. Vaciado en yeso y fiel al original, el busto representa al ingeniero en posición frontal, con barbas rizadas y vestido a la moda de la época, con un manto terciado dispuesto sobre una camisa con cuello cerrada por botones. En la cara frontal de la peana, una inscripción permite determinar el oficio del renacentista: IANELLVS TVRRIAN / CREMON: HOR= / OLOG: ARCHITECT (Juanelo Turriano, Cremona: arquitecto relojero). Una vez más, la escultura queda como testimonio del tiempo, testigo en este caso de las hazañas y proezas de un hombre que dio alas al Tajo en su vuelo hacia al Alcázar.