La respuesta es sencilla, en Minglanilla. Surgido de un pasado glorioso, con el encanto de las novelas quijotescas, encontramos este municipio conquense, un tesoro cultural, patrimonial y natural en el corazón de las Hoces del río Cabriel. Los vestigios de la historia dibujan en Minglanilla un foco turístico de enorme valor y relevancia que merece la pena visitar para sumergirse en un recorrido por la historia y la naturaleza más excepcionales.
UN PASEO POR LA HISTORIA. Minglanilla es un sueño museístico en la que el patrimonio nos habla y uno puede entender cómo, cuándo y por qué, por ejemplo, la invasión napoleónica o las Guerras Carlistas tuvieron un relevante papel en la localidad. Remontándonos al origen, debemos acudir a la Hoz de Vicente, al este del municipio, donde se encuentra un abrigo con más de un centenar de pinturas rupestres post paleolíticas de gran riqueza y variedad temática. Este conjunto artístico, testigo del pasado prehistórico del pueblo, gira en torno a la caza de cérvidos y a diversas escenas de la vida cotidiana de hombres y mujeres. Pese a que esta herencia del pasado cumple 2 años desde que fuera declarada Patrimonio Histórico, la falta de mejoras en su difícil acceso ha imposibilitado que tenga tanta relevancia como debería. La falta de protección de estas pinturas ha propiciado que algunas personas hayan arrancado trozos, desapareciendo para siempre del conjunto patrimonial.
Acercándonos al pueblo, descubrimos construcciones tan impresionantes como la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Piedad (siglos XVI-XVIII), declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento. A esta construcción, excelentemente conservada, se unen la Ermita del Santísimo Cristo de la Salud o la de Santa Bárbara. Nos queda por descubrir el patrimonio museístico de Minglanilla con su Museo de la Posá que recoge utensilios tradicionales para exponer la vida en La Manchuela o el Parque Escultórico que reúne obras de artistas de cinco nacionalidades distintas.
Recordando el lugar de la Mancha que Cervantes quería olvidar, uno puede acercarse a la figura de Don Quijote frente al molino, espacio que albergará un museo de oficios tradicionales como el de la cuchillería. En el edificio más antiguo de Minglanilla, que data de 1672, se encuentra el Museo Casa del Administrador de la Mina y la Biblioteca Municipal Juan Ricardo Martínez Cuesta. Pero si uno realmente quiere adentrarse en las costumbres y el folclore del municipio debe aprovechar dos señaladas fechas, el 15 de agosto y el 14 de septiembre, cuando comienzan las fiestas en honor a sus patrones. En estos momentos en los que vecinos, amigos y familiares se encuentran y disfrutan al son de la música tradicional, uno puede sentir que Minglanilla le abraza y atrapa como inicio y fin del camino.
UN TESORO NATURAL. Sin duda, los grandes tesoros son los más raros y complejos de extraer. En Minglanilla, los parajes naturales hablan de su valor mineralógico y de la singularidad de las piezas que allí se encuentran. Las salinas y el circo desértico como una isla perdida en un océano de pinares son los lugares donde el tesoro mineral florece, con cuarzos, yesos y los aragonitos, un mineral único que ha otorgado al pueblo el título de 'capital del aragonito'. Desde 'los Calderones' puede observarse toda esta 'Rambla Salá' en su conjunto, destacando las balsas de hormigón para acondicionar el baño en las aguas medicinales que son otro de los grandes tesoros de la zona.
El aragonito es un mineral polimorfo de calcita de nueva formación, creado a partir de la regeneración del sedimento, que se presenta cristalizado de una de esas formas raras y preciadas que lo diferencian: el aspecto romboidal. Visitar el yacimiento de los Yesares es una garantía de encontrarse en uno de esos parajes únicos que ofrecen maravillas de la tierra que no pueden encontrarse en ningún otro lugar. Minglanilla es origen y futuro, hogar y destino, el lugar donde empieza y acaba castilla.