Los toledanos cambian sus hábitos de compra

Á. de la Paz
-

Los clientes comparan los precios de los diferentes establecimientos, buscan las ofertas disponibles y reducen la adquisición de aquellos productos que más se han encarecido

Clientes en la puerta de un establecimiento comercial de la ciudad de Toledo. - Foto: David Pérez

El encarecimiento de la cesta de la compra en los últimos años ha alterado algunos patrones de consumo: se comparan precios y establecimientos, se buscan ofertas y algunos productos que antes eran habituales escasean en los hogares por su incremento. La espiral inflacionaria ha disparado el coste de casi todas las referencias alimentarias, también de aquellas que, como la leche, el pan, los huevos, las frutas, las hortalizas o las legumbres, se consideran de primera necesidad y se les aplica el tipo de IVA más bajo.

Los toledanos no son ajenos al repunte de la cesta de la compra.  «Sale más cara en los últimos años: ahora se alcanzan los 50 euros de gasto por comprar cuatro cosas», explica Marta, fisioterapeuta. Esta vecina lamenta el alza de los precios en los productos «más básicos», un conjunto de bienes en los que «no se debería haber incrementado tanto». Además, lamenta que los intentos por comer más sano supongan un gasto mayor. Su apuesta por reducir el azúcar y adquirir «menos productos ultraprocesados» generan «una cesta de la compra más saludable, pero también más cara», subraya.

Otra toledana, Isabel, ratifica la sensación de que los precios siguen «súper altos», una circunstancia que se nota a final de mes. «Hemos tenido que cambiar las pautas; ahora miramos los sitios más baratos y lo que más nos convenga según los presupuestos de que disponemos». La peluquera asegura haber reducido la compra de algunos productos, entre ellos, la leche, una bebida que «compra menos» y que en ocasiones adquiere desnatada.

Luis, por su parte, indica que sus «hábitos no han cambiado», aunque critica «un aumento muy significativo de los precios». Este consumidor cuenta que ha dejado de comprar alguna marca concreta en favor de su semejante de marca blanca. «Hace tres años, no se miraba tanto el precio del producto individual», recuerda. Ahora, vigila si el coste por unidad de algo «vale cinco céntimos más o menos porque al final de la compra se puede ahorrar un dinero».

Una idea similar sobre los hábitos y la frecuencia de visitas a las tiendas esboza Oihana. Compra más o menos lo mismo que antes y acude a los establecimientos comerciales con una regularidad similar. Sin embargo, intenta «evitar» la compra habitual de aquellos alimentos que más han disparado su coste, como el aceite de oliva. «La fruta y la verdura las consumo igual y las adquiero en fruterías, como la carne en carnicerías y el pescado en pescaderías». La veterinaria conjuga su apuesta por los productos frescos en tiendas pequeñas que venden al detalle con compras de otras referencias, tales el pan o los cereales, en superficies de mayor tamaño. 

«Antes compraba según me pillaba, hacía la lista e iba al supermercado más cercano, pero en los últimos tres o cuatro años sí que miro más las ofertas», añade José Luis. La carestía de la cesta de la compra le ha obligado a segmentar su labor de acopio. «Compro tres o cuatros cosas aquí y otras tantas en otro sitio: intentamos ahorrar más», sostiene.

Carlos cifra en dos las compras semanales que realiza para su familia. «No tenemos hábitos muy caros ni grandes lujos, son cosas básicas», dice de lo que suele llevarse a casa. Los «precios prohibitivos» que lineales y escaparates exhiben para determinadas referencias no gozan de la atención del maestro. «Si son caprichos, se puede pasar sin ellos», apunta. «He notado que, sobre todo, se han encarecido los productos frescos como la carne y el pescado», agrega. «Me gustaría salir más a pasear con los niños y comprar en los pequeños comercios; a veces lo hacemos, pero normalmente tenemos que comprar a toda velocidad y para varios días».