La segunda sesión del Debate sobre el Estado del Municipio es una buena ocasión para ver si el sectarismo y la tensión que habitualmente copa el Congreso de los Diputados se extiende o no a las cámaras más cercanas a los ciudadanos, como es el caso del Salón de Plenos del Ayuntamiento.
Una cita en la que los grupos presentan un decálogo de propuestas para mejorar la ciudad y en la que necesitan del apoyo de otros grupos para sacarlas adelante. Teniendo en cuenta la aritmética de la actual corporación lo normal es que los decálogos de PP y Vox sean aprobados sólo con los votos del bipartito.
La sorpresa es que por ejemplo las propuestas populares han contado -casi todas- con el voto a favor socialista. Nueve de las diez. Quizás, porque todas ellas iban dirigidas a infraestructuras que poco o nada dependen del consistorio.
Un apoyo que no fue recíproco, ya que el Grupo Municipal Socialista observó como todas ellas salían rechazadas por sus compañeros de otras siglas.
Vox e IU-Podemos serían los partidos ubicados más lejos ideológicamente hablando. En dicha relación sorprende que la formación de derechas votó de manera favorable hasta siete propuestas de los de izquierdas. Txema Fernández como único concejal de IU-Podemos decidió no apoyar ninguna de las medidas de Vox.
El amor no fue correspondido, pero la mano tendida ahí está. Ya es un paso que en el Congreso de los Diputados se suele ver poco o nada.