Más molestos por no poder comunicarse que por la falta de luz

J. Monroy
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Para algunos toledanos el apagón ha sido una experiencia más y no tomarán más medidas preventivas, aunque otros, los más miedosos, ya se están surtiendo de velas o hasta de gas

Más molestos por no poder comunicarse que por la falta de luz

Mucho fiambre, en ocasiones intranquilidad, en ocasiones confianza; parece que a muchos toledanos le molestó más no poder comunicarse con sus seres queridos que la falta de luz. Para algunos este apagón ha sido una experiencia más y no tomarán más medidas preventivas, aunque otros, los más miedosos, ya se están surtiendo de velas o hasta de gas.

A Jesús le sorprendió el apagón en casa, cocinando unas lentejas, «que se quedaron a medias de cocer, duras, y tuvimos que comer fiambre». Pasó el día con su mujer, más que nada, aburridos. Para ambos el apagón es una incógnita, «y tampoco informan mucho, fíjate lo que me puedo imaginar yo». A falta de información, el matrimonio no va a tomar más precauciones después, «mañana puede ocurrir otra vez, pero no creo». En definitiva, «una experiencia más».

Susana estaba también preparando la comida, «porque mi hijo se tenía que ir a trabajar», cuando se fue la luz. La suerte es que su suegra vive debajo y ella tiene gas, «así que puede aprovechar». A partir de ahí, el día «fue caos total, no podía mandar WhatsApp, no me podía comunicar con mi madre, porque no le llegaban las llamadas... Pero se sobrepasó». Solo se acobardó cuando por la noche seguía sin poder hablar con su madre. Susana desconoce las causas de todo, «lo que nos quieran contar nos lo tendremos que creer».

Quien sí se ha planteado hacer el kit de supervivencia es Mari Carmen, amiga de Susana, quien apunta que «francamente, cuando vimos lo que pasó, a mí me dio miedo». A su juicio, «nos han dicho que lo hagamos y no lo hicimos mucho caso, pero yo no tengo butano y el lunes no pudimos comer más que una ensalada y fiambre, y sin hablar con mis hijos, ni con nadie, porque mandaba los WhatsApp y no funcionaba». El caso es que ella al principio pensó que el apagón era un problema de su edificio, pero la luz no volvió a Santa Bárbara hasta las nueve de la noche, pero en Cobisa, donde vive su hijo, llegó más tarde.

Zacarías estaba en la calle cuando se fue la luz, y no se dio cuenta hasta que fue a pagar en un establecimiento. El resto del día lo pasó con la guitarra «evidentemente no eléctrica» en la mano. Hasta aproximadamente las once de la noche. Suerte que ya tenía la comida hecha y pudo «aguantar este apagón, que lo que más me preocupa es que no sabemos de dónde viene, por qué viene, porque a lo mejor hay algún líder mundial con un botoncito al lado que nos deja sin luz», apunta medio en serio, medio en broma. A su juicio, casi todo el mundo tiene en casa una linterna y unas pilas «pero cuando avisaron hace un par de meses lo del kit, sería que ya alguien tendría previsto hacer esto».

Miguel vivió preocupado el apagón, «pensamos en muchas cosas, y la gente está muy mosqueada». Estaba en la plaza de toros, preparando el concurso de pizzas, y allí siguió haciendo lo que pudo hasta que volvió la luz pasadas las ocho de la tarde. A su juicio, la avería habrá venido «porque alguno ha metido la mano y no sabía dónde». Y ya ha comprado velas por si acaso se repite.

Leticia es profesora y cuando llegó el apagón en el colegio, confiesa, «nos asustamos un poquillo, porque nos enteramos que no había luz en toda España». Algunas madres fueron preguntando, y sin luz, ordenadores o internet, salieron además una hora antes. Después en casa la cosa se tranquilizó, y la familia, confiesa que no son muy previsores, en principio no ha preparado ningún kit de emergencia.

El apagón no causó problemas a María y Manolo más allá de las comunicaciones y la comida, pero pudieron subsanarlo con «espárragos de lata y jamón cocido». Ellos viven en Nambroca y la luz no llegó hasta las diez y media. Lo que vieron es que «salía mucha gente a la calle con la familia, y nadie iba con el móvil, los niños jugando con los patinetes y las bicicletas, a ver si se cae internet de vez en cuando». Con linternas y barbacoa en casa, latas, jamón y transistores, no tienen miedo a otro apagón.