Después de meses inquietantes por la caída mundial del consumo de vinos, pero también -en nuestra región- por el atasco comercial de los tintos, la "gran bodega" de España empieza a aligerar existencias y respira con mejores expectativas tras una cosecha corta. Todavía estamos a gran distancia de la próxima vendimia mientras la viña despierta del letargo invernal preñada -eso sí- de más reservas de lluvia que hace un año.
La última reunión sectorial de la agrupación de cooperativas de Castilla -La Mancha celebrada en Alcázar de San Juan, ha reconocido que las salidas son todavía algo pesadas, aunque no precisamente en los blancos que van "disparados" como consecuencia de una demanda creciente y de una oferta cada vez más limitada que mantiene en alto los precios a niveles que no se veían desde 2017.
Consuela -en este sentido- que los volúmenes totales pendientes de vender sean más bajos que los del ejercicio pasado por estas fechas, unos seis millones de hectolitros menos, según los registros del Infovi (MAPA) analizados con cálculo en la reunión donde no se perdió la perspectiva de la nueva cosecha en el hemisferio sur.
En esos países ya han empezado a vendimiar, y se sabe que algunos como Argentina, por ejemplo, traen un 25 por ciento más de uva que la campaña anterior, aunque no preocupa de momento la producción de esta otra parte del mundo.
El balance propicia sin embargo, una obligada reflexión sobre cómo organizarse ante tantas circunstancias que se demuestran siempre imprevisibles, como el frenazo de las compras de China que ha provocado la desaceleración de las salidas en un mercado gigante, o las consecuencias de la guerra de Rusia en Ucrania y otros conflictos geopolíticos activos que generan inseguridad y mucha incertidumbre económica.
Este mes de abril se cumplirán diez años de la intervención directa del Ministerio de Agricultura en aquella vendimia tan complicada de grandes excedentes de uva y vino (la producción superó los 55 millones de hl) que derivó en la creación de una interprofesional nacional (OIVE) para delegar en ella la misión de autorregularse en un sector acostumbrado hasta entonces a "quemar" o destilar los sobrantes problemáticos. Europa había suprimido ya aquel sistema de subvenciones a través de las alcoholeras porque era insostenible ante la opinión pública que lo financiaba.
Pero dejar todo en manos del destino, es decir, de la madre naturaleza es muy arriesgado para un sector como este, todavía muy atomizado. En estos diez años, ha hecho importantes esfuerzos cooperativos por agruparse, pero la realidad es que no ha logrado todavía la ansiada integración comercial que algunos soñaron cuando se habló de crear 5 o 6 grandes grupos vitivinícolas en la región, descontado el grupo Baco-Dcoop, Vidasol u otras agrupaciones de productores.
En pocas semanas la viña nos dará las primeras pistas de cómo viene la cosa, y en pocos días, sabremos también cuántos están dispuestos a vendimiar en verde. Entretanto, el sector sigue reestructurando variedades. Y otro dilema es qué plantar. Estas ayudas, por cierto, hasta el 8 de abril.