La del 2 de mayo es una de las fechas más destacadas para los toreros, sobre todo si son madrileños, por el arraigo que profesan a la tierra, y por lo simbólico de la cita. El aficionado también marca en rojo la fecha, pues además de lo colorido, variado y goyesco de los atuendos de los actuantes, el hecho de poder pisar el ruedo justo antes del inicio del festejo hace que la afluencia sea masiva.
Entre selfies, fotos y demás momentos para el recuerdo, se despejó el ruedo para un paseíllo en el que partieron plaza Fernando Robleño, Javier Cortés y Francisco José Espada, para despachar un encierro de El Montecillo apretado de carnes y cargado de romana.
Quizá la excesiva romana hizo que se parase en exceso una corrida más muletera que de primeros tercios, y que lidió un par de animales con opciones.
Espada firmó lo mejor de la tarde en sendas actuaciones privadas de premio por el uso de la espada. - Foto: Plaza 1Sin duda con el que sale con el crédito reforzado de su paso por Madrid es el fuenlabreño Francisco José Espada. Precisamente eso es lo que le faltó, espada, y ya van un puñado de faenas que han quedado en el olvido y sin la foto del paseo al anillo con el trofeo en la mano. No obstante se vio un torero con valor sereno, buen concepto, trazo limpio y que busca un toreo ceñido. Lástima que ambas faenas, de máximo compromiso y entrega, fueron abrochadas con un pinchazo, algo que disolvió el premio, pero que deja su nombre anotado en la libreta del aficionado de cara a su compromiso del 2 de junio ante toros de Pedraza de Yeltes.
Robleño saludó una ovación en el primero ante un animal que le llevó al toma y daca. Una faena de torero curtido en mil batallas y que tiró de poder para guerrear con un toraco al que Madrid aplaudió de salida, como a casi toda la corrida, pero que se vino a menos cuando se sintió podido. Ante el cuarto, otro toro de gran trapío, Robleño volvió a hacer un esfuerzo descomunal, pero con menor eco en el tendido.
Cortés pechó con el lote de menos opciones. A pesar de ello, logró robar caros naturales a su primero y dar con pozo sin agua en el cuarto. Las ganas, el valor y la entrega se toparon con un lote ayuno de opciones, y de ganas de colaborar.
La corrida fue un espectáculo para el ojo del aficionado, grande, bien comida y extraordinariamente presentada; pero sin embargo lo que tuvo de espectacular, lo tuvo de escasez de opciones para el gran triunfo. Esperaremos que vuelvan a saltar toros como los que esta vacada acostumbra.