Francisco Muro de Iscar

MUY PERSONAL

Francisco Muro de Iscar

Periodista


Una (pésima) manera de hacer política

29/02/2024

"La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez". Lo dijo Winston Churchill. A Ábalos lo mató hace tiempo Sánchez, cuando lo cesó como secretario de Organización del PSOE, el número 3 del partido, y como todopoderoso ministro de Transportes, quizás con más presupuesto que competencia para el cargo. Ahora no se sabe bien si Sánchez le quiere volver a matar o él camina hacia el suicidio político. Lo que tampoco conocemos, y sería bueno que lo aclarasen los interesados, es lo que sabía el presidente cuando lo cesó ni lo que sabe ahora. Lo que sí intuimos es lo que sabe Ábalos y lo que, si le llega el agua al cuello, estaría dispuesto a contar.

Estos lodos vienen de aquellos barros. De ese tiempo de pandemia donde unos pocos trataron de aprovechar el momento para sus intereses personales, sobre todo los económicos. De ese tiempo donde las decisiones políticas no siempre se tomaron cumpliendo la legalidad, como han dicho los tribunales, en parte por la urgencia y en parte por la voluntad de hacer lo que interesaba a quien mandaba.

No se hizo la investigación que prometió el ministro Illa sobre nuestro sistema de salud, para prevenir futuras crisis y preparar mejor nuestra respuesta, ni se investigó el entramado de corrupción del que ahora ha saltado un caso grave. Pero sólo uno.

Todo esto, y algunas otras cosas, viene de unos políticos que se saben con todo el poder y una cierta impunidad de lo que hacen, que insultan y desprecian al adversario -casos de Ábalos, antes, de Óscar Puente, ahora con sus tuits contra periodistas-, de políticos, incluidos ministros y hasta una vicepresidenta, que difaman a jueces y descalifican a periodistas y hasta de un presidente del Gobierno que se ríe a mandíbula batiente, y forzada, del líder de la oposición.

Viene de una pésima, a veces sucia, manera de hacer política. Viene de una corrupción que se afronta de distinta manera según sea de derechas o de izquierdas -en el caso de que la izquierda pueda caer en asuntos de corrupción, que no está en el manual del buen socialista-. "El que la hace la paga" sólo son palabras. Los malversadores, los que practican actos terroristas, los que incurren en corrupción política y los que han sido condenados por corrupción, por ejemplo en Andalucía, pueden ser indultados o amnistiados si conviene al poder o si es la única manera de seguir en él. Incluso redactan la ley que les va a beneficiar. Viene de un intento de ocupación de todas las instituciones y empresas públicas, por personas a las que hay que dar un cargo para pagar los servicios prestados y cuya competencia para el mismo es, muchas veces, inversamente proporcional a su lealtad a quien manda en el partido y en el Gobierno. También de las privadas, mediante la utilización de fondos europeos y recursos públicos, para ponerlas al servicio del poder político. Viene de una mala técnica legislativa que ha propiciado desastres como la ley del sólo sí es sí y de la incompetencia de muchos ministros, a algunos de los cuales no los nombra el presidente sino su socio de gobierno. Y de la falta de responsabilidad política de algunos para dimitir por sus errores graves, caso del titular de Interior, o del presidente para destituirle.

Viene de la falta de diálogo con amplios sectores sociales como el campo, las fuerzas de seguridad del Estado o los funcionarios, donde la temporalidad acaba de ser denunciada por la Unión Europea. Y de un país donde crece la desigualdad social pese a las políticas "progresistas" del Gobierno. Viene, caso Ábalos, de la falta de democracia interna de los partidos, no sólo del PSOE, y de la confusión interesada de los poderes del Estado. El Legislativo es un mero apéndice del Ejecutivo y de sus pactos extraparlamentarios y el Judicial está sometido a asedio, acoso y derribo para que sirva los intereses del poder.

Viene de la opacidad en el uso de los recursos públicos y en los acuerdos políticos y de la falta de transparencia de muchos actos del Gobierno. Y eso es peor porque quienes gobiernan hoy España prometieron ética y transparencia.