«Pinta, pinta, ha pintado Canogar sin cese, pinta tentando la pintura como una verdadera salvación». Las mejores pinceladas que definen la trayectoria de este gran artista toledano, referente vanguardista mundial, las aporta Alfonso de la Torre, un buen amigo y comisario del Espacio Rafael Canogar, en Roca Tarpeya, y de la muestra que se exhibe en estos momentos en el edificio de Cibeles de Madrid. Y tanto ha pintado y creado que puede haber alrededor de 6.000 obras de arte de este artista contemporáneo que sigue emocionándose todos los días ahondando en su creatividad, en sus caminos plásticos y estéticos, en su mundo informalista y su sentido de la vida.
Acaba de publicarse un catálogo sobre su obra, titulado 'La construcción de un lenguaje'. ¿Puede englobarse su trayectoria en un solo lenguaje artístico o en muchos lenguajes artísticos?
El acto del otro día en la Real Fundación fue muy emocionante para mí. 'La construcción de un lenguaje' se ha elaborado con diversas aportaciones que los tiempos nos han ido dando como solución a la demanda del artista de dar soluciones a los problemas estéticos. Los tiempos van buscando nuevas aportaciones y mi lenguaje se ha ido construyendo con diversas aportaciones durante setenta años de trabajo. Mi lenguaje acumula esa complejidad de la construcción a lo largo del tiempo de muchos elementos nuevos que van añadiéndose.
En la intervención que tuve en Toledo comenté que para nosotros es precisamente el camino el que nos ha ido dando una serie de estímulos porque el artista vive en su tiempo y son las demandas de una sociedad por las que el artista se expresa. Lógicamente, mi obra como artista, teniendo en cuenta que soy ciudadano también, ha ido evolucionando y esa aportación de elementos ha hecho construir un lenguaje complejo.
Si echa la vista atrás para observar sus obras de hace 50 años... ¿Reconoce a ese Canogar?
Sí. Precisamente, la exposición que tengo ahora en el centro de Madrid, cuyo comisario es Alfonso de la Torre, que también lo es del Espacio Rafael Canogar en Toledo, es una retrospectiva y las primeras obras que se han colocado forman parte de una retrospectiva de mi obra actual. Él quería que la visión de Canogar sea la del artista de hoy, el que está trabajando y tiene todavía esta actualidad. Inmediatamente después, pasa en la segunda sala a mi informalismo de los años 50 porque él ve esa dualidad y cercanía de forma de enfrentar la creación en un momento y en otro y la enorme semejanza.
Además, insisto mucho en que son como las cuentas de un collar y cada cuenta es un periodo de esos cuatro o cinco concretos, pero hay ese hilo conductor que unifica todas estas cuentas.
¿Cuáles son sus fuentes de inspiración en estos momentos para seguir trabajando a diario y con tanto empeño?
La actualidad me preocupa enormemente y lo que me inspira es mirar en el interior de nosotros mismos, nuestra esencia, de alguna forma para escapar de una situación que me preocupa mucho. Quizá como autodefensa de lo que me preocupa tanto busco comunicarme a través de la belleza. En el momento actual creo objetos bellos que nos permitan de alguna forma mirarnos a nosotros mismos, los que hemos sido capaces de especular sobre la belleza y la realidad visual de las cosas.
El poeta y pintor Ràfols Casamada escribió una vez que la pintura en sí constituye un lenguaje a través del cual con mayor o menor claridad nos expresamos. Lo que trato ahora mismo es tener en la belleza una medida de salvación de una humanidad que está en un momento de transición muy preocupante.
Parte de la crítica comenta que los artistas actuales están demasiado preocupados por ser originales e irreverentes y salirse de la norma. ¿Cómo lo ve usted que también está en activo?
Sí. Si hacemos una visión crítica de lo que ha ocurrido en los últimos años, efectivamente, la demanda del mercado y la presión que se ejerce sobre los artistas son para hacer algo nuevo y que llame la atención porque hay mucha competencia. Pero eso es cada vez más difícil. Entiendo que el artista debe hacer una buena pintura, construir un lenguaje auténtico y un verdadero reflejo de la situación de una sociedad, y no necesariamente buscar llamar la atención.
En estos momentos, ¿se puede llegar a pensar que el arte abstracto se encuentra sumido en una crisis o más bien es que no sabemos apreciarlo como se merece muchas veces?
En mi particular opinión, veo que estamos llenos de imágenes y el mundo no es otra cosa miremos donde miremos. Pienso que el arte abstracto nos puede dar un remanso que nos permita acercarnos de alguna forma a lo esencial, a lo transcendente, que se busque el espíritu, que es más fácil de conquistar a través de la abstracción.
¿Le preocupa el papel que puede llegar a jugar en el arte la inteligencia artificial? ¿Puede llegar a suplantar la creatividad?
A mí no me preocupa. Puede ser una herramienta muy valiosa, pero también un arma muy peligrosa depende de cómo se utilice. Si nos referimos a la creación, no me preocupa. Es cierto que la inteligencia artificial puede crear ciertas imágenes por ciertos conceptos, pero no es otra cosa que un remedo sacado de un sitio y de otro y la suma da esas imágenes.
Sin embargo, la materia con la que el artista trabaja no es utilizable por la inteligencia artificial, esa impronta que a mí me importa dejar sobre la materia no es reproducible. Puede ser imitable y reproducirse con mucha fidelidad, pero la materia no puede reproducirse porque es otra cosa bien distinta.
Siempre ha existido cierto debate a nivel ciudadano sobre si el espectador necesita formarse para comprender el arte abstracto o no es necesario y todo depende del punto de vista de cada uno...
En mi caso concreto, la pintura se trata de una experiencia visual única y el artista se comunica con el espectador con la obra. Cada espectador recibe un mensaje diferente quizá, pero lo más importante para un espectador que quiera acercarse al arte es hacerlo sin prejuicios, abierto para recibir esos mensajes. Está claro que si no se reciben esos mensajes tampoco pasa nada, el arte tiene su propia dinámica y su propio camino.
Además, entiendo que si se aportan algunos datos se puede llegar a entender mejor y es una experiencia propia. Muchísimas veces cuando he explicado cómo he llegado a ciertas cosas me han dicho que la información les ha ayudado mucho a entender la obra. Entiendo que es difícil y siempre he estado dispuesto a dar esos datos que me han permitido a mí hacer lo que he hecho.
Lleva setenta años de trayectoria y ha tenido tiempo suficiente para experimentar en el arte. Aun así, ¿le hubiera gustado aplicar alguna técnica que no se haya atrevido o bucear en algún género que al final ha terminado descartando por no ser su camino?
Uno debe intentar conocerse lo mejor que pueda. Yo he tenido una preparación y mucho amor por la pintura que recibí de joven y sigo teniendo esa pasión por la pintura. En muchas ocasiones, he comentado que nosotros, los informalistas, los vanguardistas de los años 50, nos sentimos muy realizados con esa pintura que quería ser libre fundamentalmente, que era un grito de libertad. Sigo teniendo esa pasión y queriendo ser eminentemente libre.
Aun así, otros artistas, como mi hijo Daniel Canogar, utilizan otras herramientas, tiene otra edad y otro momento. Y él se ve realizado con la tecnología, con esas herramientas que se han colocado de la mano del creador. Por tanto, uno debe de conocerse y saber qué herramientas puede manejar que están en la esencia de uno.
¿Queda algo aún de aquel Canogar que fundó el grupo 'El Paso'?
Queda la esencia del creador que quiere comunicarse con los demás y dejar testimonio de lo que siente y quiere, ese es el tiempo de mis setenta años como artista, pero para la Historia del Arte es un segundo, un momento, y estoy todavía en este amor por la pintura que tiene muchas posibilidades con materiales nuevos. Por ejemplo, he estado trabajando en metraquilato para incorporar nuestra imagen en la superficie de la obra, que demuestra ese amor por la pintura realizada sobre otro material que tiene muchas posibilidades.
Además, está claro que las herramientas que pertenecen a otras generaciones y no domino ni conozco ni siquiera quiero probarlas. No es lo mío.
Como pintor todo el mundo conoce a Canogar, pero quizá hayan quedado más en un segundo plano sus obras como escultor y artista gráfico.
Soy pintor, pero hay una parte escultórica en mi obra porque en los años 50 la vanguardia, aparte de esa libertad, quiso aportar también nuevos conceptos de composición, nuevos materiales que anteriormente no fueron concebidos como forma receptora de las bellas artes. Lo que quise fue aportar la tercera dimensión a la pintura y derribar esa separación y ese muro. La figura saliendo de la superficie bidimensional de la tela. Es una parte escultórica mía que es una prolongación de mi pintura.
Lo mismo ocurre con las esculturas que hago con hierro cortén, madera u otros materiales, también son una prolongación de mis cabezas homenaje a Julio González, que se iniciaron después con las escenas urbanas y esas pinturas fueron llevadas a la tercera dimensión. Para entenderme hay que ver las facetas de pintor y escultor como la misma persona, como el mismo autor.
Y es un gran coleccionista...
Cuando hay algo bello si puedo me gusta tenerlo, pero realmente también por la edad tengo que darme cuenta de que mis espacios son los que son y no tengo lugar para guardar porque tengo más obras de las que yo me imaginaba. Una vez me preguntaron si podía dar una entrevista como coleccionista y dije que yo no lo era, pero tuve curiosidad por saber cuántas obras y de cuántos artistas tengo y me quedé sorprendido porque tengo más de 120 artistas. No puedo tenerlas expuestas ni verlas, sé que las tengo, pero tengo que parar en este sentido y admirar en museos y exposiciones.
Imagino que resulta muy complicado poner precio a una de sus obras y al arte en general, ¿no?
Es caro. Está supeditado a muchos elementos externos, al mercado. Efectivamente, es muy difícil poner precio.
Al margen de la edición del catálogo recién publicado, el Espacio Rafael Canogar en Roca Tarpeya cumple un año. ¿Está satisfecho con el resultado?
El espacio me parece bellísimo al margen del valor de las obras, en esa zona de Toledo y con esa vista al río. Es un paisaje sorprendentemente bello. El espacio no pretende ser una exposición permanente y la idea es cambiarla cada cierto tiempo. Las obras que están ahora mismo allí parten del año 75 y solamente hay una obra de mi juventud que el comisario quiso llevar. Pero la idea es llevar cuando se pueda y se acuerde parte del informalismo, parte del realismo, y quizá también parte de la obra gráfica.
En este caso, tengo más de 500 ediciones y me gustaría exponer también parte de mi dedicación al grabado, a la estampación en diversas técnicas que enriquece también el mundo del artista. Además podrían exponerse dibujos y cosas sobre papel. Hay muchas posibilidades que se irán desarrollando con el tiempo.
¿Le gustaría que la ciudad de Toledo le cediese un espacio mayor para poder exponer una retrospectiva de su trayectoria?
Sería estupendo y me encantaría. A mí el espacio en Roca Tarpeya me encanta, pero es cierto que no tiene un gran tamaño y nunca se podrá tener una visión general de mi evolución como artista. Con el Espacio Rafael Canogar me siento muy feliz y la publicación del catálogo por la Real Fundación, la Junta e Impulsa ha sido un regalo y más siendo por los 90 años que voy a cumplir.
En la presentación de su catálogo de que hace diez días escuchamos a la presidenta de la Real Fundación, Xandra Falcó, dar a entender que Toledo ha tardado mucho tiempo en reconocer su obra como artista, siendo además toledano. ¿Lo siente así?
No lo sé. Las cosas son como son, pero también a España le costó un poco reconocer a sus grandes artistas como Picasso, Juan Gris o Julio González. Tuvieron que irse fuera y a centros culturales para proyectar su obra. Nosotros tenemos nuestra historia y tuvimos una Guerra Civil que, de alguna forma, nos apartó de los movimientos y de la actualización de la obra artística y quizá esto ha creado algún problema relacionado con la normalidad y el reconocimiento de un país por sus creadores.
En Toledo se habla mucho últimamente de la posibilidad de la ciudad de modernizarse y ser vanguardista a nivel urbanístico. ¿Cree que es una ciudad preparada para dar el salto?
Creo que sí, puede estar preparada. Tenemos un buen ejemplo en Castilla-La Mancha con Cuenca, una ciudad también con mucha historia como Toledo, y con la apertura del Museo de Arte Contemporáneo y Arte Abstracto, creado por Fernando Zóbel, la ciudad ha cambiado. Hay reproducciones de los originales de muchos artistas en las paredes de muchos establecimientos y ahí se observa la influencia del arte y su vínculo con la ciudad.
También una ciudad como Toledo puede aportar mucho a una visión como una ciudad actual. Toledo tiene ciudad nueva y el Casco antiguo, una aportación a la historia de la ciudad enorme. Es una ciudad que puede estar perfectamente preparada para reclamar ser Capital Cultural Europea en 2031 porque tiene mucho que decir.
¿Qué estrategia cultural necesita Toledo para poder competir contra ciudades españolas como Granada, Burgos o Cáceres, entre otras, que ya han anunciado su candidatura a la Capitalidad Europea de la Cultura?
Con su historia y su realidad. Todas las ciudades tienen lo suyo y ya se verá, pero a Toledo le faltaban páginas de arte y de cultura contemporánea y en estos momentos creo que es lo que preocupa y se está en camino de cambiar y enriquecer de esta forma. Toledo tiene que ser una ciudad histórica y de futuro.
Hace meses salió a la luz que usted iba a ser miembro asesor de la candidatura de Toledo para lograr la capitalidad cultural. ¿Cómo está siendo el proceso?
Por motivos personales, porque mi mujer estaba pasando por un periodo de ciertas dificultades motoras y necesitaba mi ayuda, no fui capaz de asistir a las distintas reuniones que se han celebrado en Toledo. Ahora, mi mujer está mejor, y puede que sí forme parte de esas reuniones que también van a celebrarse en Madrid con este motivo. Procuraré, en la medida que pueda, estar y aportar lo que pueda.
Es cierto que también hay que tener en cuenta la edad que tengo, que en mayo cumpliré noventa años, y que tengo mucho trabajo y el día no me da suficientes horas para cumplir con todos los compromisos. Tendré que ver cómo ir resolviendo esta situación cuando se produzca.
El Observatorio de la Cultuira dio a conocer recientemente que de las ocho ciudades españolas que han anunciado ya que presentarán candidatura, Toledo parte en la sexta posición, un puesto que indica la necesidad de trabajar más la candidatura.
Todavía queda tiempo para enmendar esta estadística. No sabía que el Observatorio de la Cultura había publicado esta estadística, pero estoy convencido de que todavía queda tiempo y hay que trabajar sobre ello.
También en esos días se celebraron los Premios Goya en Granada y a raíz de esa noche del cine esta ciudad parece despuntar como una de las favoritas para convertirse en Capital Europea de la Cultura en 2031.
Granada es una candidata potente y España tiene varias ciudades muy potentes culturalmente y hay que tenerlo en cuenta. Pero habrá que dar los pasos suficientes para poder enmendar la posición que Toledo tiene en estos momentos.
Una de sus frases que más llama la atención dice así: «El camino del artista no se hace para llegar a una sola meta, es el trabajo del día a día». ¿Cuántas veces como artista ha tenido que deshacer el camino, tomar otros alternativos o seguir firme por el elegido?
Mi camino ha enfrentado dificultades que ha habido que resolver, como Ulises tuvo que hacer en su largo viaje. Es la vida de un artista, pero a la vez te va formando y consolidando en ese lenguaje y en el camino. Al final, tendremos que valorar en cada creador lo que ha sido ese largo camino, no el éxito que se pueda tener en un momento efímero y desaparece. El trabajo de mucho tiempo y la construcción de ese lenguaje de esas realidades son lo que merece.
A sus 89 años no para de trabajar y sigue haciéndolo con pasión y entrega, como suele decir a menudo. ¿En qué anda inmerso en estos momentos?
Ahora mismo están en impresión tres obras gráficas nuevas y acabo de terminar también una serie de seis grabados pequeños. Además, estoy con algunas esculturas, una de ellas de cuatro metros y medio que se va a colocar frente al Palacio de Cibeles durante mi exposición cuando esté terminada, y después se quiere llevar a un barrio de Carabanchel donde ahora mismo hay muchas galerías y mucha actividad artística.
En la pintura también estoy. Estoy pintando nuevas obras y retocando otras. No siempre se encuentra la solución en el primer momento y te la encuentras meses o años después. Todo este mundo me rodea y son tantos estímulos que me crean que no paro. Cuando no encuentro cómo resolver algún cuadro tengo que ir necesariamente a otro para resolver lo que no he sido capaz en el primero. Así es la obra de un creador.
Con tanta producción y trabajo diario necesitará mucho espacio, imagino, para sus pinturas y esculturas.
Tengo suficiente espacio en estos momentos. Después de tantos años creo que me lo merecía. No tengo problema.