Leonor de Borbón y Ortiz está llamada a ser la primera reina de la democracia en España, un cargo de máxima responsabilidad institucional para el que se ha preparado desde que nació en un entorno familiar marcado por la discreción y la protección de su intimidad que ha limitado el conocimiento de su personalidad.
El inicio de su formación castrense, las fotos con uniforme militar, su jura de bandera y su estreno en la recepción de la Fiesta Nacional han supuesto un punto de inflexión en cuanto al impacto mediático que la princesa ha tenido en la ciudadanía. En Zarzuela hay satisfacción por cómo han discurrido los últimos meses y cómo está afrontando su papel institucional y académico. «Le gusta lo que hace, está comprometida. Con todos los focos que tiene, lo está haciendo bien. Es algo que tiene mérito», destacan desde la Casa Real.
Quienes la conocen de cerca la describen como una persona «tranquila, prudente y concienzuda» en el desempeño de sus obligaciones y que «se adapta bien» a cualquier reto que tiene que afrontar.
De su estancia en la Academia de Zaragoza ven positivo que esté conviviendo con «la diversidad de España», al haber compañeros de distintas capas sociales, y valoran que «tenga respeto por todos». A ello también ha contribuido su paso por el internado de Gales (Reino Unido) en el que estudió hasta mayo los dos años de bachillerato con jóvenes de más de 80 países, de razas y religiones y donde tenía que limpiar su habitación o lavar su ropa.
De ahí que en su círculo valoren que Leonor, desde pequeña y al igual que la infanta Sofía, no se haya criado como una princesa a la antigua usanza, sino que sepa hacer tareas domésticas como un ciudadano de a pie. «Es una persona que tiene autonomía», incide la Casa Real, que apunta el papel destacado que ha tenido doña Letizia para educarla con esta actitud.
Pese a que nunca se ha facilitado información sobre los gustos y pasatiempos de la primogénita, sus salidas con los reyes y su hermana han constatado su apego por el cine, el teatro y el ballet, además de por la lectura y cantantes de moda como el británico Harry Styles.
No se le conoce especial afición por algún deporte, más allá del practicado en el colegio y de alguna escapada con sus padres para esquiar. En la Academia de Zaragoza es preceptivo hacer carrera continua, como le tocó hacer tras el toque de diana, como una cadete más, el día en que juró bandera el 7 de octubre. Tampoco comparte la pasión por la vela que desde pequeños tuvieron su padre, su abuelo, Juan Carlos I, y su bisabuelo, don Juan de Borbón, además de sus tías, las infantas Elena y Cristina.
Hasta ahora, la heredera no ha ofrecido ninguna entrevista, algo que sí hizo su padre al cumplir los 18 años, y su contacto con los medios de comunicación se ha ceñido a algunas conversaciones que la familia real ha tenido tras sus posados veraniegos en Palma, en las que apenas ha intervenido.
Tímida, pero comunicativa
«Le falta ser más espontánea, pero hay que tener en cuenta que solo tiene 18 años», apunta un alto cargo de una de las entidades que ha trabajado con la princesa.
Aunque por la serenidad y confianza que desprende en sus actos algunos equiparan más su personalidad a la de Felipe VI, otros observan también rasgos de su madre, como que es «muy comunicativa», pese a su aparente timidez. De ambos le atribuyen la cualidad de ser muy esmerada y meticulosa a la hora de documentarse y prepararse los actos en los que participa.
Una de las personas que ha aireado algunos de sus rasgos es su tutora en Gales. En la graduación, destacó su «amor por las conversaciones profundas, su decidida pasión por aprender y comprender a los demás». Pero, sobre todo, lo más llamativo fue escuchar a su mentora afirmar: «Echaremos de menos tu sentido del humor».
Otro de los aspectos que resaltan de ella es que está «muy sensibilizada con el tema de la mujer», una propensión inculcada especialmente por la reina y que aspira a plasmar en el equipo que forme en un futuro a medio plazo cuando disponga de una estructura propia en el organigrama monárquico.
Como guiño al papel de su madre, la princesa fue la que decidió que en su galleta del uniforme militar aparecieran sus dos apellidos, en vez de optar solo por el paterno.
Además, la futura reina es bilingüe en español e inglés, habla francés -aunque aún no se la ha escuchado-, y también ha estudiado catalán, del que se ha destacado su buena pronunciación, y árabe.
Y, como curiosidad: en el vídeo que la Zarzuela distribuyó en enero de 2018 por el 50 cumpleaños de Felipe VI, se descubrió que era zurda por cómo cogía la cuchara al comer.