En 2023, 950 parejas de la provincia se divorciaron y otras 43 se separaron. En el caso de la ruptura definitiva del vínculo matrimonial, el dato del último ejercicio es el más bajo en Toledo desde 2013. En el periodo comprendido entre aquella fecha y el pasado año, un total de 13.100 relaciones han desaparecido.
El pasado año, sin embargo, fue el primer ejercicio de la serie histórica reciente, un periodo que en el caso de los divorcios se inicia en 2013, con menos de un millar de rupturas. Se trata de la cifra más baja en este lapso y se aleja de los más de 1.300 divorcios registrados en los años 2017, 2018 y 2020.
Más allá de los años próximos en el tiempo, cabe recordar las cifras comparativamente bajas de divorcios que se producían en décadas pasadas. En 1998, se registraron 201 casos; en 2004, dos décadas atrás, fueron 348; en 2010, por su parte, la cifra de rupturas legales alcanzó los 1.121. En poco más de un decenio, el volumen de disoluciones se quintuplicó.
Los matrimonios que se formalizan en la provincia tienden a duplicar la cifra de divorcios. En 2022, último año del que se tienen datos completos, se produjeron 2.990 enlaces. El dato de aquel año, en cualquier caso, muestra un inusual repunte provocado por el deseo de muchas parejas de casarse sin las restricciones por la pandemia de los dos años previos. En 2020, epicentro de la crisis sanitaria, se produjeron apenas 1.212 uniones, un volumen muy inferior al de las 2.500 que, de manera habitual, suponían el suelo anual de este tipo de hechos legales en Toledo.
Así, entre 2013 y 2022, se casaron 24.172 parejas en la provincia , por las 12.150 que se disolvieron. Por cada ruptura que se produce en la provincia surgen dos uniones. La evolución en ambos indicadores muestra una cierta estabilidad en el tiempo. Por una parte, el número de matrimonios celebrados oscila en un margen estrecho alrededor de los 2.500 por año; por otra parte, los divorcios tienden a aproximarse a los 1.200, aunque en este indicador sí se apunta un leve descenso en los últimos años del decenio analizado frente a los primeros.
Además, las separaciones entre 2013 y 2023, ambos años incluidos, suman 581 rupturas. Cabe señalar que este tipo de final de la relación no implica la disolución del vínculo matrimonial legal. De media, se producen unas 53 separaciones cada año, aunque parecen haber minorado en los últimos años. Las nulidades matrimoniales, por su parte, resultan poco frecuentes: desde 2013, apenas 16 parejas han obtenido tal condición.
Las parejas formadas por personas de distinto sexo suponen el principal tipo de unión roto. De los 950 divorcios registrados en la provincia el pasado año, 943 se correspondieron con relaciones heterosexuales y apenas siete con vínculos homosexual. La proporción es similar en las separaciones: las 43 constatadas en 2023 correspondieron con personas de diferente sexo.
MÁS CIVILES QUE RELIGIOSAS. Uno de los cambios más relevantes que se han producido en la celebración de matrimonios es la progresiva preferencia de los contrayentes por los juzgados en detrimento de las iglesias. En 2010, primer año del que se ofrecen datos provinciales, se celebraron en Toledo 2.621 uniones, de las que el 59,2% (un total de 1.552 enlaces) se hicieron con el rito religioso. A partir de 2013, sin embargo, se invirtió la tendencia y los casamientos civiles empezaron a ser mayoría. En 2022, apenas el 27,7% de las nupcias se rubricaron ante los ojos de Dios. El dato de los esponsales religiosos correspondiente al último año mejoró levemente a los de 2020 y 2021. Durante el peor año de la alerta por covid-19 solo el 13,9% de las bodas se hicieron en templos; en 2021, fueron el 26,3% de todas.