Qué no se trata de hacer pasar por una exquisitez el arroz blanco al que, además de quemársete, por error le has echado azúcar, mientras un loco bajito, concentrado en su propio disgusto porque no le sale redondo el sol que está pintando, ante tus aspavientos, te dice que es muy fácil no equivocarse porque si te fijas en los tarros, el azúcar tiene más letras que la sal. El arroz resultante difícilmente pasaría por una creación culinaria como pasó con algunos celebres despistes en la cocina que dieron origen a afamadas recetas como la tarta Tatin, la fideuá o las patatas soufflé.
Qué hablamos de manjares en su acepción académica de productos comestibles, o sea de la búsqueda de alimentos de consumo humano sostenibles que ocupa, en la actualidad, un lugar preferente en la agenda pública al iniciarse este mes un dialogo estratégico sobre la agricultura en la UE, impulsado por la presidenta de la Comisión Europea. De hecho, en la reunión del Consejo de Agricultura celebrado el martes, la delegación austriaca - en nombre de las delegaciones austriaca, francesa e italiana, con el apoyo de las delegaciones chipriota, española, griega, húngara, luxemburguesa, maltesa, polaca, rumana, eslovaca y checa- había solicitado la inclusión de un punto en el orden del día sobre el papel de la PAC en el mantenimiento de la producción de alimentos de calidad procedentes de las explotaciones agrícolas y ganaderas, en clara alusión a la producción de alimentos mediante cultivo celular en el laboratorio.
Hay que recordar que el pasado noviembre el Parlamento italiano aprobó tanto la prohibición de la producción, comercialización e importación de carne cultivada y otros alimentos sintéticos como las restricciones del uso de nombres cárnicos en el etiquetado de estos productos artificiales, con el fin de preservar la rica herencia agraria y gastronómica del país al evitar la confusión del consumidor. Medida que investiga la UE por una posible violación de las normas del mercado único.
Aunque en la UE no está aún autorizada su venta, sí que se están apoyado con fondos europeos distintos proyectos de investigación sobre la producción de carne celular y otros alimentos sintéticos mediante la fermentación de precisión, orientados a la búsqueda de manjares alternativos sostenibles. Y parece cierto, según los analistas del sector de la tecnología alimentaria, que estas innovaciones han generado muchas expectativas en los inversores, quienes empiezan a reclamar el retorno de sus inversiones en proyectos finalizados, sin que, por el momento, se haya conseguido ni escalar los resultados ni encontrar clientes que estén dispuestos a comprar esos productos a tales precios.
En cualquier caso, tampoco hay que olvidar que disponemos de más alimentos sanos y seguros gracias la tecnología alimentaria, ya que ha logrado, por ejemplo, encapsular nutrientes para preservarlos; ingredientes bioactivos y alimentos funcionales; valorizar los subproductos extrayendo proteínas, compuestos lipídicos, fibras solubles e insolubles o minerales de interés como nutrientes o ingredientes alimentarios; mejorar la capacidad de emulsión, espumante, saborizante, colorante o estabilizante en los alimentos e incluso envases alimentarios con bioplásticos.