La Facultad de Ciencias Sociales se sumó ayer a la celebración del Día Mundial del Trabajo Social con una jornada dedicada a las ‘Necesidades emergentes y nuevas respuestas del Trabajo Social’. Tal y como explicó a este diario la decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Vicenta Rodríguez, esta jornada pretendía ser «una manera de visibilizar el Trabajo Social, las aportaciones que hace a la comunidad».
En ella, a través de mesas redondas, talleres y ponencias se buscó poner sobre la mesa «cuáles son los compromisos del Trabajo Social con la sociedad», entre ellos la promoción de la igualdad, de la sostenibilidad y de la participación de la ciudadanía. Se pretende que las personas «tomen conciencia de qué está pasando, cómo está afectando la crisis y en qué medida desde el ámbito profesional se pueden aportar nuevas respuestas a estos problemas que están sucediendo.
Así, es necesario «ahora más que nunca» el papel del trabajador social, como recalcó Rodríguez, «a pesar de que en este momento los recortes en servicios y en derechos sociales está siendo más patente», porque es «cuando más visible está siendo la crisis en los rostros de las personas». En concreto, expuso que se detectan más casos críticos de «personas normales en zonas de vulnerabilidad que antes jamás hubiesen pensado estar, personas que tenían una vida normalizada y de repente ese proyecto de vida ha desaparecido».
Ahí es donde entra en juego el trabajador social, si bien Rodríguez quiso recalcar que las instituciones políticas son las que deben aportar el soporte fundamental, aunque desde el Trabajo Social se pueda contribuir «desde la generación de redes de solidaridad, de compromiso ciudadano», a pesar de que «tienen que ser las respuestas públicas las sustentadoras de las respuestas a las necesidades sociales».
La trabajadora social y profesora de la Universidad Loyola Andalucía Eider Muniategui ofreció ayer en estas jornadas una ponencia sobre ‘Crisis, recortes y empobrecimiento: el Trabajo Social ahora más que nunca’, donde expuso las alternativas que la propia sociedad civil está aportando en esta situación de crisis y lo que puede por su parte aportar el Trabajo Social.
Sobre este último punto, Muniategui apostó por darse cuenta de lo que la sociedad necesita, tras reflexionar sobre «aquellos aspectos del capitalismo que producen más malestar». Para ello, hay que «ser imaginativos, creativos y llevar a cabo nuevas propuestas, así como fijarse en las iniciativas que están emanando de la propia sociedad civil».
Esta trabajadora social se refirió en concreto a una serie de alternativas socioeconómicas como las bancas éticas, las finanzas éticas, los bancos del tiempo o la microfinanciación, así como alternativas políticas para construir la democracia de bases, «de abajo a arriba» y alternativas de tipo convivencial «para acabar con el problema del aislamiento de la sociedad actual».
Desde su punto de vista, el trabajador social tiene que servir como «nexo de unión» y poner en relación estas distintas propuestas y potenciarlas.
La docente abogó también por retomar la esencia del Trabajo Social como una profesión más comunitaria «de poner a la gente en relación y generar redes».