Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


El espumillón

25/12/2023

Apenas me había dado cuenta, hasta que no bajé al bar Vitaliano, y vi que el espumillón que allí colgaba era el del año pasado. Suele pasar. Los reconocidos camareros o barman de muchos de nuestros bares o cafeterías no suelen quitar los espumillones del año anterior, y con algún que otro "polvillo" encima y algo más descoloridos –propio de los tiempos que corren- siguen estando ahí para recordar cuando llegamos al lugar en este tiempo de reencuentro familiar al lado del Belén, que es Navidad.

Pasa lo mismo que el turrón. Es un dulce estupendo, exquisito, delicioso, y solamente lo tomamos en días navideños. ¿Por qué no lo hacemos como postre de una suculenta comida en cualquier época del año?, pues, porque no y ya está. No hay razones y sin embargo, en Navidad nos está riquísimo y nos "hinchamos" a incrementar ese colesterol que luego tendrá que adecuar su ritmo, pasados estos días. Me da la impresión de que este año, alguna tableta de turrón estará rancia, por eso también de guardar la del año pasado o del anterior…

Pues eso pasa con el espumillón, esa tira con flecos, muy ligera, de colores vivos y brillantes, que suele colgar de una "gotera del techo", un arbolito artificial, o de una estantería que tiene el polvo rancio y olvidado.

Me dice la wikipedia, que todo lo sabe y muchas veces, mal; que el espumillón nació en Nuremberg en 1610, al principio de plata rayada y ahora se utiliza el que venden los chinos, de papel fino de plástico reciclado, que si lo estiras un poco, te quedas con la tira en la mano y el color entre los dedos. De una u otra manera, es un adorno muy utilizado, tal vez demasiado, pero "espumilla" el lugar, lo deja más alegre y nos hace sentirnos más navideños, vamos eso dicen mis amigos.

Tendremos que seguir colocando ese espumillón de año en año, porque si lo dejas de tiempo en tiempo –y llamamos tiempo a los cuatro o cinco años atrás- se convierte en un "moco de Pascua", que es lo mismo qué decir, pingajo, andrajo, colgajo, pingo, jirón, trapajo o piltrafa en colgadera, y sin que eso de colgadera traiga "mal fario" cuando de sexo hablamos sin cuidar el vocabulario que tanto definió Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la Lengua castellana o española –término, éste último, que tanto detesta nuestro amigo Puigdemón-. Seamos amables y "espumillemos" la vida.