Juan Moraleda y Esteban puede considerarse, en cierto modo, un ejemplo típico del médico de provincias a caballo entre los siglos XIX y XX, además de un infatigable estudioso de los más variados temas, como la práctica y la historia de la medicina, la numismática o la genealogía. Aunque de entre sus múltiples intereses los que destacan especialmente son los relacionados con el folclore y la historia toledanos, incluyendo los de algunas localidades de la provincia, y en particular los de Orgaz, su villa natal, que en agradecimiento le otorgó en 1886 el título de Cronista, lo cual ostentó con orgullo, dejándolo constar en su exlibris junto al escudo del municipio.

En 1858, con solo un año de edad, su familia se traslada a Toledo, donde cursa sus primeros estudios y el bachillerato. En 1873, apenas cumplidos los 15, comienza a estudiar en la Universidad Central de Madrid la carrera de medicina, y 7 años después se estrena como Médico Titular en la localidad de Nambroca.

En 1882, se traslada de nuevo a Toledo, y asiste a los enfermos de las epidemias de cólera acaecidas en 1884 y 1890 como médico voluntario de la Beneficencia, sin cobrar, sustituyendo al titular que se encontraba incapacitado. Poco después, en 1892, es nombrado Médico de la Beneficencia Municipal de Toledo a cargo de uno de los sectores entonces más humildes de la ciudad, el Sector 5, que abarcaba los barrios de las Covachuelas, arrabales y extramuros. Ya como médico titular, asistió a nuevas epidemias en la ciudad de Toledo: difteria en 1915, viruela un año después, gripe en 1918 y nuevamente viruela en 1920.

Fruto de su inabarcable curiosidad, escribió una gran cantidad de trabajos tanto relacionados con su profesión como con su amplio abanico de intereses. Fueron 493 los artículos publicados en prensa y 107 sus trabajos monográficos, de los que 42 no llegaron a publicarse según la biografía del también médico toledano Manuel Sánchez y Calvo. De sus publicaciones, la Biblioteca de Castilla-La Mancha conserva ejemplares de 39 de sus obras, muchos donados por el autor y dedicados a la biblioteca, o ingresados tras ser depositados en el Registro de Propiedad Intelectual. Estas obras formaron parte de su biblioteca personal y pueden consultarse en el repositorio 'Patrimonio Digital de Castilla-La Mancha'.

Entre su producción, destacan algunas obras curiosas como Hedores y aromas: disquisición referente a hechos de química orgánica, publicada en Madrid en 1921, a raíz de su actuación como perito forense en 1914 en la exhumación del cuerpo momificado de una monja fallecida en 1640 en el Convento las Carmelitas de San José de Toledo.

En cuanto a los libros de su propiedad que han acabado en nuestra biblioteca, calculamos, gracias a su exlibris, impreso por Gómez Menor, un total de 29 ejemplares. Algunos de ellos debieron de ingresar por mediación del Estado, que adquirió en 1920 objetos arqueológicos y libros antiguos toledanos con destino al Museo y Biblioteca provinciales. En cualquier caso, una pobre representación de su notable biblioteca personal, a juzgar por cómo la describe en su poema Mi biblioteca, publicado en el número de julio de 1928 de El practicante toledano. En este poema, además, esclarece la temática de su colección, que atesora libros sobre Toledo, sobre prehistoria y arqueología, bellas artes, historia y geografía de España y del resto del mundo, obras sobre genealogía y heráldica, guías de viajes, obras cervantinas y de otros autores literarios, de tauromaquia, refranes, biblias y otros libros religiosos, y, como es lógico, de medicina.

(*) Jorge Íñiguez es técnico de bibliotecas de la Sala Juan Sánchez de la Biblioteca de Castilla-La Mancha.