¿Qué diablos pinta Pepe Álvarez en Waterloo entrevistándose con Carles Puigdemont? Es la pregunta que más de uno y más de dos afiliados a la UGT se habrán hecho al conocer la noticia de que el secretario general del sindicato, el asturiano Pepe Álvarez, había viajado hasta Bélgica para entrevistarse con el expresidente de la Generalidad de Cataluña.
Un prófugo de la justicia. Es probable que más de uno y más de dos ugetistas hayan tirado de exabrupto avergonzados por la decisión de quien, bajo la gorra de sindicalista, se dedica a hacer política actuando como gregario del sanchismo. No es la primera vez que Álvarez -que vive en Barcelona-, da muestras de estar cerca del mundo independentista. En su día se alineó con las tesis pro referéndum de quienes dieron el golpe del "procés". Álvarez justifica el viaje a Bélgica explicando que fue para pedirle a Puigdemont que los diputados de Junts en el Congreso apoyen el proyecto de reducción de la jornada laboral.
A nadie se le escapa que para semejante alforja no se necesitaba tan largo viaje desde Barcelona y todo indica que, actuando como enviado encubierto de Pedro Sánchez, fue a rendir pleitesía al prófugo para pedirle que apoye la continuidad del Gobierno. Como tenía que pagar el peaje ante el prófugo, ha dicho que entendía " lo anómalo de su presencia", pero que también era anómalo que no se hubiera "puesto en marcha la ley de Amnistía". Álvarez parece ignorar que todavía hay jueces en España. Pero lo llamativo de tan inopinado encuentro es que haya pretendido justificar su estancia en Waterloo -en el lugar en el que los independentistas han bautizado como la "Casa de la República"- como si tal embajada formara parte de las tareas que se suponen propias de un sindicalista.
Hace mucho tiempo que la UGT reivindicativa y autónoma que, en tiempos de Nicolás Redondo, llegó a convocarle una huelga general al Gobierno socialista que presidía Felipe González, dejó atrás la misión del sindicato para aceptar sumisamente el papel de satélite subvencionado del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Por decisión de ése mismo gobierno un millón trescientos mil funcionarios corren el riesgo de perder el convenio sanitario con Muface -miles de ellos se manifestaron el pasado fin de semana- pero a Pepe Álvarez lo que le preocupa es la situación del prófugo Puigdemont.