Por fin hemos llegado a la meta. Lo estábamos buscando con ahínco y ya lo hemos conseguido. Podemos seguir engañándonos, pero la realidad es imposible de ocultar, al menos mucho tiempo.
España ha caído a unos niveles de los que nos va a costar recuperarnos, porque hay muchas personas que han perdido la referencia y no tienen con qué comparar. La velocidad en el espacio no se nota. Si no se dispone de un punto para fijarnos, podemos pensar que estamos parados viajando a mil por hora. Pues lo mismo que pasa con la velocidad pasa con otras muchas realidades. A quien no ha conocido un buen paño, no le parecerá malo otro, aunque sea de ínfima calidad.
Ocurre también con la decencia. Quienes no han conocido la rectitud en las conductas y en el mantenimiento de los principios, la podredumbre, la ciénaga, le pueden parecer cauces cristalinos. ¿Cuántos años llevamos ya con un gobierno que se revuelca literalmente en la inmundicia? Como cada día la impostura supera a la del día anterior y ya nos vamos acostumbrándonos. ¿Dónde está el clamor porque los «puigdemones» hayan estado conspirando, nada menos que con una calavera como Putin, contra su propio país? ¿Dónde está el clamor porque estos mismos personajes hayan practicado el terrorismo para imponer sus intereses?
Está claro que, al menos la mitad de la sociedad tiene los ojos tan llenos del lodo que cada día esparce nuestro gobierno, que ya no ve la sarama que nos invade. Lo peor es que este deterioro moral está contagiando toda la actividad social hasta empobrecernos moral y hasta económicamente.
¿Han oído o leído la letra de la canción que vamos a enviar a Eurovisión para representar a España? ¿Esa es la imagen que queremos dar de nuestra música? ¿Esa es la filosofía que pretendemos que asuma nuestra sociedad? ¿De verdad que es a esa bazofia adonde queremos llegar? Realmente sí se parece a otra época de España que ya vivimos: fue la España de aquel director general de la guardia civil que se gastaba en prostíbulos de la más baja estofa los fondos reservados que debía invertir en perseguir a ETA y en modernizar los cuarteles de la benemérita. Parece que Pedro Sánchez está encantado con esta canción y realmente no me extraña, está a su nivel.
Lógicamente, para que la sociedad soporte este hedor, tiene que perfumarla con medidas falsamente progresistas que, como los malos perfumes, no solo no lo mitigan, sino que incrementan el tufo. El resultado es que quienes son nuestro futuro, nuestros jóvenes, vagan de subempleo en subempleo sin poder permitirse vivir de forma independiente y mucho menos adquirir una vivienda y traer descendencia al mundo. Nuestros agricultores tienen que abandonar los cultivos porque no son rentables por tanta exigencia burocrática.
…Y España se seca sin remedio y sin que a nadie se le ocurra acometer un plan que ataje el déficit hídrico que padecemos. En lugar de embridar la situación y acometer las actuaciones que resultan ya imprescindibles si queremos que una gran parte de nuestro territorio siga siendo habitable, para zafarse del problema nos enzarzan en disquisiciones estúpidas. La falta de agua es indiscutible y sea cual sea el origen del problema lo urgente es afrontarlo. Pero estamos demasiado ocupados en organizar las colonias ciudadanas de felinos… ¡Somos geniales!