El ejército ucraniano intenta combinar las operaciones ofensivas con las defensivas ante el empuje ruso en varios sectores del frente, pero afronta un futuro incierto tras constatar que la contraofensiva lanzada hace seis meses no ha producido los resultados esperados.
Hace medio año las tropas ucranianas asesoradas por Estados Unidos iniciaron en el sur su mayor ofensiva desde el inicio de la guerra con el fin de llegar al mar de Azov, pero dicha operación no pudo cambiar la suerte de la contienda.
Mientras, las fuerzas rusas han recuperado claramente la iniciativa desde octubre y estrechan el cerco en torno al bastión de Avdivka, en el corazón del Donbás y también en Kúpiansk (Járkov), en el noreste.
Un secreto a voces, operación fallida
Aunque nadie quiera reconocerlo públicamente en Kiev, la contraofensiva ucraniana parece haber encallado definitivamente con la llegada del invierno.
Nada más cumplirse los seis meses, el periódico The Washington Post hizo balance y la conclusión no puede ser más negativa para los planes del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Aunque las tropas ucranianas avanzaron casi 20 kilómetros entre campos minados, liberaron varias localidades y recuperaron más de 500 kilómetros cuadrados, la operación ha sido considerada fallida.
La falta de resultados ya ha creado fricciones entre la Presidencia y el generalato, tensiones que ya han llegado a oídos del pueblo ucraniano y, lo que es más importante, de Occidente, incapaz de satisfacer las necesidades de armamento, munición y aviones de Kiev.
Discrepancias con el Pentágono
El plan inicial era alcanzar la costa en 60-90 días, lo que permitiría al ejército ucraniano poner una cuña en el corredor terrestre ruso que une el Donbás con la anexionada península de Crimea.
Los asesores estadounidenses aconsejaron a los ucranianos atacar en una zona concreta del frente -en dirección a la ciudad de Melitópol-, pero los generales ucranianos prefirieron avanzar también hacia el puerto de Berdiansk (Azov) y Bajmut (Donetsk).
Y es que Zelenski y el jefe de las FFAA, Valeri Zaluzhni, temían que el enemigo optara por lanzar un nuevo ataque contra la región nororiental de Járkov y desde ahí envolver a los contingentes rusos en Donetsk (Kramatorsk y Sloviansk).
Además, Washington insistió en que, para sorprender al enemigo, los ucranianos debían lanzar su contraofensiva nada más terminase el invierno en abril, pero Kiev la retrasó hasta junio, lo que permitió a los rusos ampliar las fortificaciones y la superficie de campos minados.
Según el diario, estadounidenses y ucranianos también minusvaloraron la capacidad de Rusia para soportar un gran número de bajas en sus filas
Armamento occidental en mal estado
Kiev adujo que el armamento que solicitó a sus aliados occidentales llegó tarde y en mal estado, extremo que ha sido negado por Washington.
Además de carecer de equipos de desminado, los ucranianos aseguran que algunos de los vehículos de combate Bradley y Marder, y los tanques Leopard llegaron estropeados o carecían de orugas y equipos de radio, lo que los convertía en poco más que chatarra.
El periódico destaca que Zaluzhni personalmente ordenó al cuarto día frenar la contraofensiva mecanizada para detener la sangría y no perder todo el armamento suministrado por los países de la OTAN, ya que el 60 % de los equipos empleados en dicho avance fue destruido o resultó dañado.
La decisión de apostar por la incursión con unidades de no más de diez hombres provocó incluso un rifirrafe entre el general ucraniano y el jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, el general Mark Milley.
Ante las quejas de Kiev, que echaba en cara a EEUU la ausencia de aviones y misiles de largo alcance, Washington aceptó finalmente en septiembre el envío de munición de racimo, pero ya era demasiado tarde.
Zelenski se dirige al Senado
Las cosas pintan tan mal, que Zelenski se dirigirá personalmente a los senadores estadounidenses antes de que estos voten esta semana un paquete presupuestario de más de 100.000 millones de dólares que incluye ayuda militar tanto para Ucrania, que recibiría unos 61.000 millones, como para Israel.
En su intervención a puerta cerrada el líder ucraniano contará con el respaldo de los secretarios de Estado, Antony Blinken; y Defensa, Lloyd Austin, que informarán a los senadores sobre la situación en Ucrania.
"Los autócratas y los extremistas radicales están librando una guerra contra la democracia, nuestros valores y nuestra forma de vida. Por eso es tan importante aprobar" este paquete de ayuda, escribió Chuck Schumer, líder de la mayoría demócrata en la cámara alta.
En una carta firmada por Shalanda Young, jefa de la Oficina de Administración y Presupuesto de Estados Unidos, el Ejecutivo estadounidense advirtió que para finales de año el Gobierno se quedará sin recursos para adquirir más armas y equipos para Ucrania.