El documental 42.195: La madre del cordero relata una de las más grandes y desconocidas hazañas del atletismo toledano, la que protagonizaron los cinco corredores del Club de Atletismo San Pablo de los Montes que disputaron el maratón de Nueva York de 1988. Juan Carlos Montero, oriundo del municipio, terminó la prueba en quinta posición, los cinco atletas inscritos la finalizaron entre los 50 primeros y el club se impuso en la categoría de equipos, un hito que ningún otro conjunto español ha logrado. El éxito, además, se apunta como el inicio de la edad de oro del fondo español, el prólogo de las glorias que Martín Fiz o Abel Antón, principales exponentes de una nutrida lista de grandes figuras, conquistarían en la década de los noventa.
Alhaja Films produce una cinta preestrenada en el Festival CiBRA. La narración, que se extiende durante 60 minutos, detalla los pormenores de aquel viaje a la Gran Manzana, cima del esplendor del club monteño. La carrera activó «el clic», como lo define Gabriel Castaño, productor del documental, que cambió la suerte del atletismo español. Había vida más allá de la marcha y el mediofondo en pista o campo a través. «A partir de ahí, vimos que podíamos ser buenos en esta distancia y que se podía vivir de los maratones y los premios que dejaban».
Los cinco del San Pablo «abren ese camino». Los atletas que compitieron bajo la camiseta del equipo toledano protagonizaron otras «gestas» en maratones como el de Londres o San Sebastián. La fama del club, en cualquier caso, se disparó sobre el asfalto neoyorquino. Juanfran Romera lideró la prueba hasta la media maratón. Marchó escapado y a ritmo de récord del mundo, entonces en 2h06m50s. La deshidratación (aquel domingo 6 de noviembre de 1988 fue un día con más calor del esperado) truncó la posibilidad de victoria, aunque el toledano pudo alcanzar la meta en la posición 22.
En abril de 1990, Romera se convirtió en el plusmarquista nacional sobre la distancia de Filípides tras cubrir en 2h10m48s el recorrido de el maratón de Londres. Castaño recuerda cómo el toledano retornó al atletismo «en un barco mercante, entrenando entre contenedores», una preparación escasa que le llevo a correr el siempre complicado maratón de Madrid en 2h35m.
Además de Montero y Romera, corrieron en Nueva York el también toledano José Luis Díaz, y Antonio Serrano y Juan Luis Paul, de La Solana y Getafe, respectivamente. Los maratonianos llegaron a Nueva York apenas un día antes de la disputa de la prueba. No dispusieron, por tanto, del tiempo recomendado para aclimatarse a las condiciones meteorológicas de la ciudad, tampoco para minimizar los efectos del desfase horario: hay seis horas de diferencia entre la España peninsular y la costa este de Estados Unidos. Al contrario, los cinco deportistas aprovecharon aquellas pocas que dispusieron antes del comienzo de la maratón para «patear» una de las ciudades más visitadas del planeta.
El apellido del documental, «la madre del cordero», responde a una petición que la empresa de alimentación Rodper hizo al equipo. La compañía, ya extinta, reclamó el uso de esta expresión como estrategia para la venta de sus derivados cárnicos. Las camisetas del club lucieron la silueta del animal. Además, la empresa de ropa deportiva New Balance se adentró en España con las equipaciones del histórico San Pablo de atletismo.