La Universidad de Castilla-La Mancha ha celebrado hoy la jornada 'Violencia sobre la mujer y víctimas especialmente vulnerables: factores que incrementan el riesgo' donde, además de la habitual violencia machista que pueden sufrir todas las mujeres, se analizaron de forma especial la vivida por mujeres discapacitadas, del mundo rural, mayores, migrantes o miembros de alguna minoría étnica. Las que conforman estos grupos no están libres de este tipo de discriminación de género, es más, la pueden sufrir doblemente.
La jornada, organizada por la Delegación del Gobierno de España en Castilla-La Mancha en colaboración con las comisiones de Igualdad de las Facultades de Ciencias de la Salud y Ciencias Sociales de UCLM Talavera, incide en la sensibilización y formación en temas de violencia, un problema transversal con muchos campos implicados.
Así lo explicaron el subdelegado del Gobierno en la provincia, Carlos Ángel Devia; Carmen Díaz Mora, delegada del rector para Políticas de Igualdad de la UCLM y las decanas de ambas facultades, Begoña Polonio y Juana Serrano. Junto a ellas, las presidentas de las Comisiones de Igualdad, Rosa Marí y Carmen Cipriano.
La violencia machista se crece con las más vulnerables - Foto: L.T.Las ponencias y la mesa redonda se centraron ayer en aquellas mujeres que, por su situación, «están en un doble riesgo de sufrir violencia sexista, yo diría también institucional, administrativa, judicial», explicó Marí.
Cabe señalar que la violencia tiene manifestaciones diferentes en función del contexto de cada mujer o grupo social. Las agresiones varían si se producen en el entorno rural o urbano, si se trata de mujeres con discapacidad, migrantes, mayores o en otras situaciones de dependencia económica... siendo estos algunos de los perfiles en los que cuesta más diagnosticar, detectar y buscar una puerta de salida. A ellas, con más limitaciones a la hora de denunciar o hacer pública su situación, es más difícil ponerles el foco.
«La cuestión de la violencia es trasnsversal y todas estamos en ese campo de juego, pero ellas sufren doble discriminación», añade.
Hacer frente a este problema no es fácil, en primer lugar porque todo se mueve en una sociedad patriarcal. Para ello, cambiar mentalidades cuesta, cambiar el relato de la sociedad y de los estereotipos de género en los que nos hemos educado es más que complejo, porque «lo hemos normalizado».
La dificultad se asienta en varios niveles, institucional, legislativo, administrativo, político o educativo, siendo este la base del cambio futuro. «Hay que educar, educar y educar», conscientes de que la educación «no es magia y sin darse cuenta también reproduce estos estereotipos porque forma parte de esta sociedad y reproduce estos roles que, de alguna manera, siguen cosificando a las mujeres».
La sociedad civil es fundamental también, personas y entidades que trabajan en primera línea, como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.