Pedro Sánchez ha aparecido en un mitin en Benalmádena acompañado de su mujer.
En su derecho está y no es la primera vez que lo hace, otros dirigentes políticos de distinto signo también acuden a mítines y actos electorales acompañados de sus parejas. Pero en Benalmádena Begoña Gómez ha tenido un papel que a nadie que conozca la política se le escapa: es una baza electoral.
Begoña Gómez, perseguida por jueces incapaces de ejercer su trabajo con la obligada independencia, perseguida por periodistas que defienden turbios y ocultos intereses empresariales y personales, perseguida por fiscales que buscan el cese o la dimisión de su jefe el Fiscal General del Estado, y perseguida por la ultraderecha que representan Vox y el PP, ahí está, en Benalmádena, apoyando a su marido y recibiendo a su vez el apoyo público de su marido. Víctimas, los dos, como es víctima todo el PSOE, de toda esa amalgama de profesionales que pretenden interferir en la política sin tener atribuciones para hacerlo porque no han sido elegidos para representar a los ciudadanos en las cámaras parlamentarias en las que se debaten y aprueban las leyes.
Es lo que nos faltaba por ver. Los gritos entusiastas del público a Begoña Gómez, a la pobre Begoña Gómez, acosada por el mal, por los profesionales del rencor, por aquellos que no aceptan el resultado de las urnas y pretenden destronar a su marido quebrando su ánimo. No lo conseguirán, y allí estaba una sonríente Begoña junto a un entusiasmado Pedro Sánchez, que llevaba meses no escuchando más gritos que los de sus detractores. Hasta el punto que pocas veces pisa la calle, al igual que sus ministros, porque le abuchean en cuanto pone un pie en el suelo al salir del coche oficial para acudir a un acto, o entrar en un restaurante.
La imagen de Begoña Gómez y Pedro Sánchez, apoyándose mutuamente convulsiona la campaña electoral de una España dividida hasta el paroxismo entre dos bandos claramente diferenciados. En uno, los que ven a Begoña Gómez como una mujer que ha utilizado todas las ventajas de ser la esposa del presidente para ocupar cargos en la Complutense y en el Instituto de Empresa, recomendar al gobierno a empresas patrocinadoras de sus másteres y comercializar un software de la Complutense para su propio beneficio; en el otro bando, quienes consideran a Begoña Gómez una mujer independiente, emprendedora, con iniciativa, a la que machacan las fuerzas de las mal capitaneadas por un grupo de jueces que quieren al PP en La Moncloa.
Para estos últimos es irrelevante que la Fiscalía Europea la esté investigando, y también que el CGPJ haya convocado un pleno extraordinario para defender la independencia de los jueces ante las presiones del gobierno.
Sánchez, un presidente escaso de principios pero que sabe de estrategia política, se ha dado cuenta de que su esposa puede ser una importante baza electoral: cautivará a los votantes socialistas que dudan ante la cita del próximo domingo.