La población residente en la provincia mantiene el importante crecimiento que caracteriza la evolución de este indicador en los últimos años, una pujanza que el final de la pandemia ha acrecentado. Desde enero de 2020, Toledo ha sumado 41.985 nuevos vecinos, desde los 704.792 con que se inició aquel año hasta los 746.777 de la revisión estadística a 1 de octubre de 2024. En los nueve primeros meses del año, el aumento asciende a 5.100 moradores: en enero, vivían 741.677 personas en territorio toledano. Desde julio, se han añadido 1.808 habitantes; respecto a octubre de 2023, son 6.970 los llegados.
El dato de los tres primeros trimestres del año refrenda el salto poblacional que Toledo experimenta desde el inicio de la década en curso. La intensidad del repunte, aún potente, parece minorar: entre enero y septiembre de 2023, los censos toledanos sumaron 8.695 vecinos; en el mismo periodo de 2022, fueron 10.572 las personas que se empadronaron en la provincia; mientras que en los nueve primeros meses de 2021, todavía en pandemia, se agregaron 2.273 moradores.
Más allá de la comparativa entre los años más recientes, el recuento de los últimos 19 trimestres (los comprendidos entre enero de 2020 y octubre de 2024) arroja un alza de proporciones desconocidas. Entre enero de 2015 y enero de 2020 (una veintena de trimestres), la población residente en Toledo creció en 10.463 personas, apenas la cuarta parte de los últimos años (casi 42.000). Entre enero de 2010 y enero de 2015, el despegue se redujo a 1.905 vecinos, con años incluso en negativo -por los efectos de la prolongada crisis económica en la provincia.
El aumento sostenido de la población confirma el atractivo de Toledo como espacio residencial. Por una parte, la zona septentrional de la demarcación, la más próxima a la Comunidad de Madrid, atrae a miles de nuevos vecinos cada año. Por otra parte, la oferta laboral próxima, en cualquiera de los dos lados de la linde autonómica, garantiza oportunidades económicas y facilita el asentamiento. El precio de la vivienda, además, resulta más asequible en los municipios toledanos.
La eclosión residencial se nutre de los movimientos migratorios, tanto de los procedentes de otras provincias españolas como de terceros países. El bum, sin embargo, genera problemas relacionados con la escasez de oferta inmobiliaria y una posible saturación de los servicios públicos. El aluvión poblacional encuentra en los primeros años del siglo el único periodo comparable por su magnitud. Entre el 1 de enero de 1999 y la misma fecha de 2004, la población toledana se expandió con 47.416 nuevos habitantes. Entre los primeros días de los años 2004 y 2009, en plena burbuja inmobiliaria, los censos incorporaron 108.232 personas.
Aquella subida, más del doble de la actual, se relacionó con la disponibilidad de vivienda existente y tuvo a la comarca de la Sagra como el principal escenario. En los años posteriores, con el inicio de la gran recisión, los crecimientos se moderaron y el número de habitantes se estancó durante el decenio posterior. Ahora, se ha retomado la senda alcista que ha caracterizado la historia contempóranea de la provincia desde el punto de vista demográfico.