El libro sobre el Cardenal Marcelo González Martín, que ha publicado la Editorial Homo Legens, y que está titulado 'Don Marcelo, navegante y sembrador', ha sido escrito por tres autores: D. Santiago Calvo Valencia, D. José Luis Galán y D. Alberto González Chaves, todos ellos sacerdotes, es decir, que saben de lo que escriben.
La primera cuestión que me sugiere su lectura es saber si se trata de una biografía de D. Marcelo, como pretenden sus autores, o se trata de unas "Memorias de D. Marcelo". Es evidente que el libro cumple todos los requisitos para ser una biografía autorizada o auténtica. Pero queremos pensar que si D. Marcelo hubiese decidido en los últimos años de su vida escribir sus "Memorias" habría escrito este libro. De ahí mis dudas.
Tales dudas se incrementan al conocer que D. Marcelo, por disposición testamentaria, había establecido que su archivo no se abriera hasta transcurridos 50 años de su muerte. Pero esta disposición contenía una salvedad: "salvo que D. Santiago Calvo decidiera otra cosa". Y al amparo de esta salvedad D. Santiago Calvo ha decidido abrir el archivo de D. Marcelo para satisfacción y contento de quienes fuimos sus admiradores.
En la Introducción del libro se da cuenta de cómo por dos veces D. Marcelo había denegado a dos importantes editoriales su propósito de escribir unas Memorias. Esto debería resolver nuestras dudas iniciales con la que comenzaba esta reseña. Sin embargo, queda en pie la afirmación de que si D. Marcelo hubiese accedido a escribirlas, el resultado sería el libro que comentamos. Y eso que Anna Harent dijo que "las Memorias son ese género de apología que no brilla por su honestidad". Pero se equivocó con D. Marcelo, que durante toda su vida huyó de las alabanzas y fue radicalmente honesto.
Así pues, vamos a adentrarnos en su contenido. Hemos dicho más arriba que se trataba de una biografía autorizada y auténtica. Estos calificativos requieren una explicación. Es autorizada porque D. Santiago Calvo ha hecho uso de la salvedad contenida en la disposición testamentaria. Y es auténtica, en el sentido jurídico que se da a la interpretación auténtica, porque nadie como D. Santiago Calvo, que durante 43 años fue su fiel secretario y confidente, es quien puede adentrarnos en el pensamiento, en los escritos o en la palabra de D. Marcelo.
Debe advertirse, como hacen los autores, que este es un primer volumen, con casi 1.000 páginas, por lo que habrá que esperar al segundo con parecida extensión. Además, se va a incorporar un Índice más desarrollado que en el primer volumen y un Índice onomástico con casi 4.000 entradas.
Quiero advertir también, que no es un libro para leer de corrido, sino para leer reposadamente, sin prisas, de tiempo en tiempo. Y si tuviera algo que destacar desde el primer momento, sería los innumerables textos auténticos que aporta. No hay capítulo, anécdota, acontecimiento, situación, relación o carta pastoral, que no vaya acompañada del correspondiente texto original que la avale. Este es el gran mérito del libro, que nos aporta documentos originales de todos los avatares que jalonaron la vida de D. Marcelo.
El libro tiene un Prólogo firmado por el actual Arzobispo de Toledo D. Francisco Cerro. Tiene también una Introducción de los autores en la que explican el porqué de los apelativos "navegante y sembrador" y de la propia condición de cada uno de ellos.
Este primer volumen consta de seis Capítulos dedicados a Villanubla (lugar de su nacimiento) y Valladolid (Seminario); al Seminario de Comillas; al ejercicio del sacerdocio en Valladolid; al Obispado en Astorga; al Arzobispado en Barcelona; y a su llegada a Toledo siendo nombrado Cardenal, y abarca hasta la década de los 90.
Son cientos los acontecimiento y situaciones que se relatan en el libro. Tantas que resulta imposible hacer una referencia, siquiera sea breve a todos ellos. Pero llama la atención a las vicisitudes de su nombramiento como Arzobispo de Barcelona y al calvario que vivió en esa ciudad durante cinco años. También, su intervención en el proyecto de expulsión de España del Obispo Añoveros, incluida la visita al Jefe del Estado, y como este utilizó los argumentos que le había dado D. Marcelo para convencer al Consejo de Ministro de la no expulsión.
Solamente el Capítulo VI, sobre su estancia en Toledo, tiene 88 apartados, a los que habrá que añadir los apartados del Volumen segundo. Ello da una idea de la variedad de temas tratados. Si tuviese que destacar alguno de ellos, sin dudarlo, escogeríamos los relativos al Seminario. En septiembre de 1973 publica la Carta Pastoral "Un Seminario nuevo y libre". ¡Hace más de 50 años! Y todavía es de plena actualidad y se lee como un documento vigente ante la falta de vocaciones de nuestros días. No se limitó a esta Carta, sino que, en las conmemoraciones de S. José, o con cualquier otro motivo, volvía a poner de manifiesto que la formación de los sacerdotes era su preocupación prioritaria. Solo así se explica el éxito de su labor que tuvo repercusiones en toda Europa y América.
Pero también en el libro hay dos cosas que no se cuentan y de las que quiero dejar constancia en esta reseña. La primera fue la venta fallida de la Sinagoga «Santa María la Blanca». En 1992 me llamó D. Marcelo para decirme que se le había acercado un grupo judío para pedirle la compra de la Sinagoga Santa María la Blanca, lo cual tendría un efecto simbólico en la conmemoración de los 500 años de la expulsión de los judíos de España, en 1492. Por indicación suya me puse en contacto con Mauricio Hatchwell, y con Slomo Ben Ami, entonces Embajador de Israel en España.
Las negociaciones fueron muy bien. La Sinagoga no tenía culto católico, sino que estaba dedicada sólo al turismo, que había que preservar; el precio estaba en torno a los 500 millones de pesetas, que quedarían afectados expresamente para la construcción de templos católicos y no al gasto corriente del Arzobispado (por indicación expresa de D. Marcelo); la venta se fundamentaba en el ecumenismo emanado del Concilio Vaticano II y no en el quinto centenario de la expulsión de los judíos; las monjas del convento colindante, que recibían el importe de las entradas por turismo, serían compensadas y una familia que tenía una tienda de objetos de artesanía en el interior del jardín, también sería indemnizada.
Todo iba sobre ruedas. Solicitamos permiso del Vaticano, porque éste es necesario siempre que se venden bienes eclesiásticos de valor superior a 100 millones de pesetas, y obtuvimos el permiso. Pero se echó encima el mes de diciembre y enero y en el Banco de Nueva York que iba a financiar la operación, no incluyó la consignación precisa en el nuevo ejercicio económico, por lo que no pudo llevarse a cabo.
La segunda venta fallida fue la de la "Ermita del Cristo de la Luz". Años después, D. Marcelo me encargó la venta de la Ermita del Cristo de la Luz, del siglo XI, y que era en su origen una mezquita. En este caso, el comprador era un hermano del Rey de Arabia Saudí y mis interlocutores fueron el Secretario General en España de la Liga Arabe y el Embajador de aquel país. Las conversaciones también fueron muy bien. Yo les hice una oferta sobre la base de mil años de antigüedad, declarado Monumento Nacional en 1920; de los 1.000 m2 que tenía toda la finca; y por ello pedía 1.000 millones de pesetas, que por expreso deseo de D. Marcelo se emplearía en la construcción de Iglesias católicas.
Se pidió el permiso preceptivo al Vaticano, y en este caso fue la Santa Sede la que no autorizó la venta, con el argumento de que en Arabia Saudí no sólo no hay libertad de culto, sino que se pone todo tipo de obstáculos a la religión católica, por lo que no debíamos, en reciprocidad, favorecer el culto islámico en Toledo con esta venta.
Como ya han puesto de manifiesto las reseñas que han aparecido hasta ahora, estamos en presencia de un libro imprescindible para conocer, no solo la vida ejemplar de D. Marcelo, sino la vida política, económica y social de España en la época que le tocó vivir.