Benito merodeó ayer la Audiencia Provincial desde mucho antes de las 11 de la mañana. Olía a alcohol y presentaba una facha descuidada, propia de un indigente que frecuentó recientemente la plaza de Zocodover. Este hombre de 40 años aguardaba en la plaza del Ayuntamiento porque tenía una citación judicial por la presunta comisión de un delito de índole sexual. El acusado reconoció los hechos y pactó un año y tres meses de cárcel, con la atenuante de dilaciones indebidas, por unos hechos ocurridos en septiembre de 2017.
La Policía Local acompañó finalmente al procesado al interior de la Audiencia Provincial, 45 minutos después del señalamiento. Junto con su abogado del turno de oficio, Benito pactó una pena de un año y tres meses de prisión por un delito de agresión sexual a una menor de 16 años. La acusación inicial de la Fiscalía, que pedía en un principio tres años de cárcel, establecía un delito de abuso sexual, corregido por la aplicación de la reciente reforma del Código Penal por ser más conveniente para el procesado.
Los hechos detallados por la Fiscalía mencionan que el acusado entró en un bar de Toledo hacia el 18 de septiembre de 2017, a la hora del cierre. El hombre se percató de que una niña estaba sentada en una mesa sola y enfrascada en sus tareas escolares. Era la hija de seis años del matrimonio que regentaba el negocio hostelero.
Con un ánimo lúbrico, según el escrito del ministerio público, se sentó junto a la menor y acarició una de sus piernas de manera sutil para evitar llamar la atención del padre, entretenido en sus quehaceres laborales. No obstante, el progenitor advirtió la maniobra lasciva del acusado y vio la mano bajo la falda de la hija. El hombre reaccionó inmediatamente y exigió a gritos, y notablemente irritado, que cesara en su comportamiento. El procesado se separó de la niña, y fue expulsado del local por el padre.
Benito pasó unos dos meses en prisión provisional por los hechos. Se reencontró ayer con esta causa y reconoció los hechos. Delante ya del tribunal, el procesado insistía en saber cuándo tendría que ingresar en la cárcel y si le correspondía Ocaña I u Ocaña II. El magistrado, Urbano Suárez, le informó de que había que revisar si la pena conllevaba finalmente la entrada en el centro penitenciario porque es inferior a los dos años.
El acusado abandonó la Audiencia, pero recuperó antes la lata de cerveza que había guardado en una papelera.