Cierto es que nadie esperaba las consecuencias que la Dana del pasado mes de septiembre tuvieron en la Sagra. De hecho, las mayores lluvias se esperaban a unos treinta o cuarenta kilómetros, en Madrid. Pero también ayudaron las infraestructuras obsoletas, como canalizaciones de agua de lluvia que a través de alcantarillas ya anticuadas, y el hecho de que apenas ha llegado a la Cuenca del Tajo el dinero del Plan de Gestión de Riesgos de Inundaciones, que se ha ido al Segura.
Así lo ha explicado el efe de Producción de Aqualia Toledo, Jesús Martínez, en el seno de una mesa redonda organizada este jueves por su empresa y El Español para analizar lasa consecuencias de la Dana. Martínez apuntó que de cara al futuro y para prevenir nuevos problemas hay que estudiar soluciones para las zonas pluviales que cruzan municipios y para las infraestructuras obsoletas. Y aquí destacó el problema de que «no hay redes de pluviales en muchos pueblos». Sí hay un Plan de Gestión de Riesgos de Inundaciones publicado en un Real Decreto de 2010 transponiendo una Directiva Europea, que recoge periodos de seis años. En Toledo tendría que estar en marcha el segundo ciclo, pero todavía hay pendientes cuestiones del primero. El problema, resumió Martínez, es que la gran mayoría de las inversiones se han localizado en la Cuenca del Segura, apenas han llegado a la Cuenca del Tajo.
Cooperación y prevención. Junto a Martínez han participado en la mesa redonda tres alcaldes, Silvia Díaz del Fresno, directora de Infraestructuras del agua de la Junta de Comunidades y alcaldesa de Cebolla; Luis Miguel Martín, presidente de la Mancomunidad de Sagra Baja y alcalde de Yuncler; y Julián Torrejón, presidente de la Mancomunidad de Sagra Alta y alcalde de Pantoja. Los tres han destacado la importancia que tuvo la colaboración público-privada tras el paso de una Dana que dejó cuatro muertos en La Sagra y en la que se cortó paradójicamente el suministro de agua de Picadas.
Fue gracias a la colaboración de las administraciones, incluida la UME, los propios ayuntamientos y diputaciones de otras provincias menos afectadas, empresas como Aqualia y muchos voluntarios particulares, como por un lado se reparó la tubería dañada en la Aldea del Fresno y por otro lado se fueron supliendo las carencias de agua, luz y transporte en muchas localidades de La Sagra.
De cara al futuro, las cuatro partes coincidieron en la necesidad de cambiar el urbanismo para evitar nuevos problemas. Afortunadamente, ahora hay dinero europeo para hace estudios e intervenciones. La Mancomunidad de Sagra Baja, apuntó Martín, se reunirá pronto con la CHT en busca de soluciones y ver cómo se pueden adaptar los municipios a la nueva realidad. Porque «el urbanismo tendrá que cambiar. Lo que había ante no vale, los periodos de retorno no valen, no vale lo que había hace veinte años». La idea es hacer, como manda Europa, una labor de evaluación, conocimiento y corrección.
La Mancomunidad de Sagra Alta, explicó por su parte Torrejón, se beneficiará de los fondos europeos gestionados por Diputación y por la digitalización de contadores de Aqualia. Unos fondos que también son «un alivio» en Cebolla, donde ya se están produciendo inversiones para paliar unas inundaciones que han asolado a la localidad durante los últimos lustros. Todo ello, destacó la alcaldesa, en un pueblo que ya se destacaba en tiempos de Felipe II que estaba atravesado por un arroyo y a veces se inundaba. Todo ha cambiado.
Finalmente, Martínez destacó la labor que ya ha iniciado Aqualia en la digitalización de sus medios, lo que está permitiendo dar los mismos servicios en pequeñas localidades que en grandes ciudades. También es un factor que incide en un mejor servicio y evitar pérdidas de agua y averías. El siguiente paso, que ya es una realidad también en Aqualia, es el uso de la inteligencia artificial.