"Me callé lo del cáncer por pudor"

J. Herrero (EFE)
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El músico de Tequila Alejo Stivel sorprende con 'Yo debería estar muerto', unas memorias tempranas en forma de volcán de emociones

El también productor puso su firma al disco ‘19 días y 500 noches’ - Foto: F. alvarado (EFE)

Exiliado a causa de la dictadura argentina, Alejo Stivel conoció en España el éxito musical como miembro de Tequila y productor, entre otros, de 19 días y 500 noches, de Joaquín Sabina. Pero también se asomó varias veces al abismo de la muerte, la última por un cáncer, como revela en sus memorias.

«Me lo callé. Es algo que me daba pudor, pero en el libro tuve que vencerlo pudores para contar las cosas», confiesa el vocalista, compositor y productor ante la enfermedad que padeció hace un par de años, unos tumores «agresivos» que afortunadamente trataron en una fase temprana.

Afirma, no obstante, que no fue ni cuando más cerca ni cuando más miedo tuvo a perder la vida, de ahí el título de la autobiografía, Yo debería estar muerto (Espasa), con varios sustos de tráfico, el flirteo excesivo con la heroína y hasta «una hostia» de Mike Tyson.

«Pudoroso» a la hora de llamarse escritor («Soy un músico entrometido en la literatura», precisa), en su teléfono móvil dio forma en un año a las 300 páginas de sus memorias, «un objeto de entretenimiento» con abundante material y «momentos emotivos y divertidos». «Yo lloré y reí al escribirlo», reconoce.

Entre lo que más le costó rememorar está la época del exilio siendo un adolescente. «La vida se dividió en dos. Fue como el viaje de mis abuelos que salieron de Europa y nunca más volvieron. Yo sí volví, pero nunca fue igual porque Argentina cambió muchísimo tras la dictadura», comenta.

Stivel dio forma a la transición musical española gracias a Tequila y a un rock en español y a una estética llena de color que nunca se había escuchado en este país, con éxitos como Dime que me quieres o Salta, cuya letra nació tras una primera versión que se perdió y de la que solo recordaba la palabra central del estribillo.

Las drogas en esa época eran una constante, especialmente la heroína, hasta que, según cuenta, un día se miró al espejo, se vio «demacrado» y pensó que tenía que elegir. «Hasta ahí había podido compatibilizar el consumo con la vida social, laboral y personal. Pero un día sentí una sensación muy clara de que tocaba bifurcar los caminos y que, si tomaba el otro, iba a vivir tipo Living Las Vegas. Otros lo hicieron, como Julián (Infante), de Tequila. Es una elección que uno hace y me parece respetable», afirma.

Desnudando a Sabina

Tras el final de Tequila, comenzó la tercera parte de su vida como uno de los grandes productores, sobre todo al poner su firma al disco de mayor éxito de Joaquín Sabina, 19 días y 500 noches (1999), en el que se atrevió a desnudar de artificios la voz del artista y exponerla más cruda. «Fue sin duda el highlight, tanto por lo que yo aporté como por la calidad del artista», subraya.

Sabina incluso le ofreció un contrato para sus próximos cinco discos. Stivel dijo que no, pero que su teléfono siempre estaría aguardando su llamada, solo que el de Úbeda (Jaén) no volvió a llamar.

«Entendí su decisión. Los matrimonios con papeles no garantizan que uno cambie de idea y se quiera ir con otro. Él tenía toda la legitimidad para ello. No tiene que haber resquemor y de hecho no lo hay. Estoy superagradecido de que me permitiera trabajar con sus canciones, fue una experiencia fabulosa», cuenta, antes de anticipar que, en unos días, lanzan una versión a dúo de Yo era un animal.

En la vida profesional de Stivel aún quedó tiempo para resucitar a su exbanda junto a Ariel Rot muchos años más tarde. «No lo hicimos por necesidad sino porque nos gusta y porque en un momento dado a mí se me ocurre la loca idea de volver a cantar después de 20 años de no hacerlo», rememora.

Fue, dice, «como andar en bicicleta». «Me lo empecé a pasar muy bien. Y si de repente te llega la invitación para tocar en San Isidro... ¡Hombre! Es difícil decir que no a tocar un rocanrol en la plaza del pueblo de Madrid, ¿no?