Las lluvias abundantes traerán una primavera «intensa»

Lola Morán Fdez.
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El alergólogo Álvaro Moreno Ancillo ha señalado que se espera que los síntomas de alergia a pólenes comiencen con el tiempo soleado y de forma secuencial

Las lluvias abundantes traerán una primavera «intensa» - Foto: Yolanda Lancha

La abundancia de precipitaciones en las últimas semanas se va a traducir en una primavera «intensa y duradera» con alergias más acusadas que las de años anteriores. Así lo ha confirmado a La Tribuna Álvaro Moreno Ancillo, coordinador de Alergias de la Gerencia de Área Integrada (GAI) de Talavera, quien ha señalado que las lluvias en otoño e invierno «se relacionan claramente con la polinización» y por ello, ante la abundancia de precipitaciones de las últimas semanas, «se espera pasar en algunas zonas de Castilla-La Mancha una primavera mala para los pacientes alérgicos».

Una situación que se dará de manera más acusada en la zona oeste, en la que se encuadra Talavera, que forma parte del denominado «triángulo de la máxima intensidad de la alergia de pólenes, sobre todo de gramíneas», al que se suman Cáceres y Badajoz.

Como ha recordado Moreno Ancillo, existen cuatro tipos de pólenes importantes y, «en cuanto aparezca el sol, van a venir secuencialmente». El especialista ha precisado que la lluvia «ha parado un poco la intensidad de la polinización de las cupresáceas», ya que al llover en su época, «ha tirado el polen al suelo y no ha habido muchos síntomas». Pese a ello, «cada momento que haya de sol, todavía va a quedar parte de los culetazos de las cupresáceas, que van a generar síntomas desde ya».

Además, de manera inmediata, le va a seguir el plátano de sombra, un polen que en la zona de Talavera, y en la mayoría de sitios, aparece en el mes de abril. Finalmente, empezará la temporada de gramíneas y olivo.

Talavera será una de las zonas donde se registren pólenes más intensos, según ha precisado el alergólogo, quien ha subrayado que «hay que estar preparado, porque el cambio radical de la entrada rápida del calor, nos va a hacer pasar de los pequeños catarros a la intensidad de la sintomatología respiratoria».

De ahí que este especialista haya recalcado la importancia de que los alérgicos tengan preparada su medicación,  puesto que «esta temporada va a ser un poco peor y a lo mejor la medicación tiene que ser precoz y escalonada, de una manera más rápida que anteriormente».

En lo que respecta a la duración, Moreno Ancillo ha indicado que es difícil aún evaluarlo puesto que dependerá de nuevos procesos de lluvias más adelante, si bien se estima que, en la zona de Talavera, será «intensa y probablemente duradera», a menos que hubiera «un pico de calor tremendo que agostara un poco antes los pólenes».

Los pólenes de las cupresáceas son los primeros en aparecer en invierno, seguidos, de forma secuencial, por los de plátano de sombra, gramíneas y olivo. De esta manera, un paciente con alergia a distintos pólenes podría presentar síntomas desde abril hasta el verano y que, incluso, aparezcan en algún otro momento durante el otoño.

Prevalencia alta. La prevalencia actual de alergia es «alta» en la población talaverana, de entre el 20 y 25 por ciento con alguna alergia. La asociada al polen puede ser de tipo leve, ligada a síntomas respiratorios de vías altas leves, o intensa, con sintomatología nasofaringea y nasocular, e incluso crisis de asma, por lo que se insta a los pacientes a ser «bastante precavidos» porque se puede pasar de un estado intenso al asma «en pocos días».

En el caso de aquellos que «debuten» en la alergia respiratoria, aunque suele ocurrir entre los 4 y los 8 años y en especial en niños con padres alérgicos, puede suceder «en cualquier momento de la vida». Por ello, hay que estar prevenido ante cualquier síntoma que pueda asociarse a esto y no confundirlo con otras patologías como puede ser un catarro, según indica el especialista.

Además, ha confirmado que sigue un progresivo pero «lento» aumento del porcentaje de personas con algún tipo de alergia, con un 10% ya de población infantil con asma, que se eleva hasta casi el 12% en la adolescencia, aunque después «algunos desaparecen».