Acababa casi de empezar la jornada educativa, a primera hora de la mañana, cuando la Consejería de Educación anunció la suspensión de las clases en siete centros educativos de Talavera, por estar situados en los márgenes o zonas inundables del Río Tajo. No eran ni las 10 de la mañana cuando las comunicaciones a través de la Plataforma Educamos CLM primero, y en los grupos de Whatsapp después, corrieron como la pólvora y movilizaron a padres y abuelos que, sorprendidos, salieron de los trabajos y organizaron la nueva situación como mejor pudieron. La suspensión de la jornada ha afectado a unos 5.525 alumnos y probablemente también se extienda a la jornada de hoy miércoles.
La Dirección del Plan Especial de Protección Civil ante el Riesgo de Inundaciones en Castilla-La Mancha (PRICAM) en coordinación con la Consejería de Educación, Cultura y Deportes suspendieron las clases a las 9,32 horas, como medida preventiva y ante la posible subida del caudal que, a esa hora, ya estaba en alerta naranja en la estación de aforo del Tajo en Vistillas, rozando los 400 metros cúbicos por segundo. La alerta subió a roja apenas una hora después, sobre las 11 horas de la mañana.
Así, según informa el delegado provincial de Educación, José Gutiérrez, con la información disponible en ese momento en el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT), se aconsejaba reforzar las medidas de protección a la población, y así lo hicieron.
Más de 5.500 alumnos afectados por la suspensión de las clases - Foto: Manu ReinoLos centros afectados han sido cuatro institutos, los IES San Isidro; Ribera del Tajo; Padre Juan de Mariana y Puerta de Cuartos, además de los colegios de Infantil y Primaria Bartolomé Nicolau y Nuestra Señora del Prado, y el Colegio de Educación Especial Madre de la Esperanza.
Poco después, se conoció que el campus de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), ubicada junto a la ribera del Tajo, también suspendió su actividad ante la anunciada subida del caudal.
El desconcierto fue protagonista en los primeros minutos nada más conocerse la noticia. «Rogamos se dirijan al centro a recoger a sus hijos a la mayor brevedad posible. Estamos organizando todo para que la recogida sea organizada, rogamos su colaboración», decía el mensaje de la dirección de uno de los centros afectados, que a los pocos minutos comenzaron a llenarse de vehículos para la recogida de los alumnos. En muchos casos, estos debían esperar la llegada del transporte escolar, especialmente en los institutos, llegando algunos autobuses cerca de las 11 de la mañana. En algunos casos, se organizaron las rutas de transporte para que al alumnado pudiera volver con seguridad a sus localidades.
En las puertas de los centros, caos organizativo al principio, solucionado en pocos minutos gracias a la coordinación del profesorado y a las familias que entendían la compleja situación. Precisamente, el profesorado atendió y se hizo cargo de las diferentes situaciones, esperando con los niños que tuvieron más problemas a la hora de la recogida.
La decisión de cancelar actividad escolar no fue conveniente para todos. No obstante, había opiniones para todos los gustos. Algunos padres creían que era lo mejor, «más vale prevenir», decían, «y más con la dana de Valencia tan próxima»; otros, por el contrario, creían que era una «exageración» y «más cuando apenas han pasado una hora en clase», decían, lamentando que la suspensión no hubiera llegado la noche antes.
Sea como fuere, los estudiantes, más de 5.500 entre todos los centros, con los universitarios aparte, abandonaron los centros educativos aproximadamente en una hora, entre las 10 y las 11, y conocieron la evolución del caudal de los ríos Tajo y Alberche, ya desde sus casas, y completamente protegidos ante lo que pudiera venir.