Es el mayor tesoro que se custodia en la Embajada de España ante la Santa Sede: dos bustos esculpidos en 1619 por el genio del Barroco italiano Gian Lorenzo Bernini que ahora se expondrán en los Museos Vaticanos de forma excepcional, con motivo del Año Santo del Jubileo.
Las Ánimas de Bernini, que representan a un alma condenada y otra bienaventurada, es un peculiar conjunto escultórico realizado por el italiano cuando apenas tenía 21 años. Se trató de un encargo del cardenal sevillano Pedro de Foix Montoya para la Iglesia de Santiago de los Españoles, junto a la céntrica plaza Navona, y «representan la extraordinaria relación que mantenían España y el Papado», precisó la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá.
Este dúo, que se muestra al público por tercera vez, pues hasta ahora solo han sido expuestas anteriormente dos veces, en el Museo el Prado en Madrid y en la Galería Borghese de Roma, serán visibles ahora en los Museos Vaticanos y hasta el próximo 31 de enero.
«Estas esculturas vuelven a representar ese puente que tuvimos a lo largo de toda la Historia y el hecho de que se muestren aquí, en uno de los mejores museos del mundo, si no el mejor, representa la contribución que España quiere hacer al Jubileo el próximo año», aseguró Celaá.
La directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, detalló que se trata de una obra «tan cargada de significado que en el fondo representa el doble aspecto humano, una ánima condenada, dramáticamente desfigurada en el rostro por este grito de dolor, de tormento, y el ánima bienaventurada, más errática y más inclinada a la espiritualidad».
Unas esculturas que, para la embajadora, son «eternas» porque muestran «el dolor, la angustia humana ante la guerra, ante el cambio climático y ante lo que pasaba en su tiempo también» y «la esperanza frente a un país, frente a un mundo tan cruel, tan terrible como el que estamos viviendo».
La Ánima condenada es un autorretrato del propio artista y, según la leyenda, Bernini que se quemaba a sí mismo con una vela mientras se miraba al espejo para recrear ese naturalismo del que el artista italiano, junto con el español Diego Velázquez, era el máximo representante, explicó la comisaria de la muestra, Helena Pérez.
«Bernini ha hecho grande la Iglesia de Roma», aseguró Jatta, que resaltó algunas de la obras más importantes del artista para la Santa Sede como el baldaquino situado en el centro de la Basílica vaticana sobre la sepultura de San Pedro, que luce en todo su esplendor tras su única restauración.