Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


El primer plenilunio de primavera

07/04/2023

Como ya no hay información ni noticia que valga una perra chica, que ahora no sería ni un centavo de un céntimo de euro, porque de ahora en adelante, no les engañen ni los unos ni los otros, ni los suyos ni los contrarios, todos es AGITPROP. O sea Agitación, Prensa y Propaganda, o sea, mentiras cochinas envueltas en papel de regalo, intentaré huir de todo ello y escribir de lo que ni siquiera, aunque lo intentarán con desvergüenza, y al menos por un tiempo (creo que ya con eso de la Inteligencia Artificial ya van a hacer lo que quieran y no seremos ni nosotros los que salen en nuestra propia foto) queda todavía fuera de su alcance e interés porque no es objeto de su afán de rapiña ni de votos. Así que les voy a hablar de una luna, esta que pueden ver en los cielos y de lo que significa
Es la luna llena de la Semana Santa, que no hay fiesta más cristiana que esta fiesta judía. Porque lo que celebraban los hebreos y ahora la cristiandad es en realidad el primer plenilunio de la primavera. Pues fue a la Pascua judía a la que Jesus acudió hace ahora 2023 a Jerusalén y durante la que fue prendido y crucificado. Y es por ello por lo que nuestra Semana Santa cambia cada año de fecha, acompasándose con el calendario lunar y la razón por la que, si el cielo esta despejado en la noche, su luz plena bañará el rostro perlado de lágrimas de la Esperanza cuando cruce el Guadalquivir por el puente de Triana. Y de la Macarena y de los silencios estremecedores de las procesiones castellanas.
Parece que esta luna no traerá este año agua. Lo celebrarán los cofrades y los turistas pero no nos importaría al resto que nada más acabar el sábado y ya para el domingo de Resurrección resucitaran también las nubes y rompieran los aguaceros empapando tierra pues toda la que traiga será poca pues les esta haciendo mucha falta ya a las cebadas, a los trigos y aún más a los embalses, esos de los que los idiotas abominan y luego gimen al verlos vacíos. A ver si al menos y para el lunes de Pascua, o en esa semana, se asoma una borrasca de las de antes, de esas que ahora estos memos histriónicos de las teles, que antes nos contaban con sencillez el tiempo que venía, y ahora lo mentan con nombres raros y hacen visajes y pasos de baile ante los mapas que parece eso un circo y un anuncio continuado de catástrofes, por frio, por calor, por lluvia o porque no cae una gota.
A ver si cae alguna o si pudiera un temporal curioso y al menos las flores de los romeros no se marchitan casi en el mismo instante de haberse atrevido a abrirse y que se al menos despierte a los caracoles dormidos.
Esta luna procesional y judía tiene además unos acompañantes muy especiales en su paso por los cielos. Son los luceros, que ya sé que se llaman planetas, pero que me gusta mentarlos como me enseñó mi abuelo Valentín a distinguirlos cuando era niño de las estrellas. Son Venus y Júpiter y asoman por el oeste, ya al crepúsculo, en el firmamento y me enseñaron a distinguirlos no lejos de la luna. Que sí, que ya se que es un satélite, pero tampoco me gusta ese apodo para el astro por excelencia de la noche. Creo recordar que es Venus es el que parece en primer termino, más grande a pesar de ser mucho más pequeño y más brillante que Júpiter, que aparece en segundo plano y reluce más apagadamente.
Son días, pues, y noches de mirar los cielos. Por los días por ver si cruzan de una vez nubes oscuras y ojala poder sentir la humedad en la atmósfera y hasta por mojarnos la cara de lluvia. Por la noche para contemplar el juego de seducción de la luna y sus luceros. De la primera luna de la primavera que se llenará en esta semana de abril para contemplar las procesiones y el paso de la madre dolorosa tras su hijo camino del calvario, que es el Dios de los cristianos. La luna de los judíos y de las flores. Y de la hierba nueva de los ganados y los labradores. Para para que este verde, hace falta que llueva.