La iglesia de Santa María la Mayor, La Colegial de Talavera, es uno de los templos de mayor belleza de la ciudad y todo un museo artístico, no quizá por su abundancia en obras sino más bien por albergar algunas excepcionales. Entre sus muros se conservan obras de gran valor e interés, algunas de autores de renombre que ya forman parte de la historia del arte español. Es el caso de dos lienzos obra de Luis Tristán, uno de los más sobresalientes representantes de la pintura toledana del siglo XVII, discípulo de Domenikos Theotokopoulos, mundialmente conocido como El Greco, del que adquiere una fuerte impronta que queda reflejada en toda su pintura, caracterizada por el alargamiento y la inestabilidad de sus figuras.
Esta huella del genio cretense se aprecia en las dos obras que forman parte de los fondos de La Colegial, donde están expuestos en la capilla de Santa Leocadia, uno frente al otro. Son dos de las joyas del templo, al que llegaron desde la iglesia del Salvador de los Caballeros, donde a su vez se cree que se trasladaron desde el antiguo convento de San Jerónimo.
Precisamente, uno de los lienzos representa a San Jerónimo penitente. Está situado a la derecha del altar de esta acogedora capilla, desde el punto de vista del espectador, y posee el color terroso que caracteriza la obra de Tristán. El santo está representado haciendo penitencia con un cuerpo enjuto y musculoso, y una sinuosa barba blanca. Tal y como aprecia el académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo Juan Nicolau Castro en el capítulo que dedica a ‘Las Bellas Artes en la Colegiata de Talavera de la Reina: Pintura y escultura’ dentro del libro ‘Santa María la Mayor. VIII Centenario de La Colegial de Talavera de la Reina (1211-2011)’, aunque el recuerdo de su maestro es inevitable en esta obra, la composición procede de un lienzo de Tiziano conservado
hoy en El Escorial.
A la izquierda del altar se sitúa el cuadro que Tristán dedicó a San José. En él, el venerado santo aparece con la tradicional vara florida propia de su iconografía, si bien también porta un libro en la mano, como si se tratara de un apóstol, y no aparece junto a él el Niño Jesús, como suele ser habitual a la hora de representar a esta imagen. La figura, si bien sigue un canon alargado, tiene una rotundidad distinta a lo que acostumbraba a realizar El Greco. No en vano, gracias a lo heterogéneo de la formación de Tristán, que bebió también de la influencia caravaggista durante su estancia en Roma, su estilo aparece muy variado. Así, a pesar de ser el discípulo de El Greco más fiel al estilo del maestro, Tristán introdujo elementos de la vida cotidiana como cuota al gusto naturalista que se terminó imponiendo en su obra.
Estos dos lienzos dedicados a San Jerónimo y a San José se restauraron y permanecen en las paredes de la capilla de Santa Leocadia de La Colegial de Talavera. Sin embargo, han abandonado de forma excepcional su residencia habitual para formar parte de una exposición que se llevó a cabo en Atenas vinculada a la figura de El Greco, como recuerda a La Tribuna el párroco de Santa María la Mayor, Daniel León Ramos.
El sacerdote explica además que, a cambio de esta cesión, se restauró otra de las pinturas que conforman el patrimonio artístico de La Colegial. Es el caso concreto de una Adoración de los Reyes, firmada por As. Becerra, y que se dataría en el Siglo de Oro. Se trata de un lienzo situado directamente sobre la pared, sin marco ornamental, y que fue restaurado para reparar el deterioro causado en la pintura por la humedad que padecía el templo antes de su rehabilitación.
La cesión de los llamados ‘Tristanes’ para dicha muestra en Atenas se tradujo en la restauración de esta pintura, que se conserva en la sacristía de La Colegial.
blas de prado. Si bien las dos obras de Tristán son la impronta más fiel del estilo de El Greco en Talavera, también se vincula al legado del autor cretense la pintura de Blas de Prado, uno de los más importantes pintores toledanos de la segunda mitad del siglo XVI.
A este autor del Renacimiento pertenece el lienzo de la aparición de Santa Leocadia a San Ildefonso, situado en la capilla dedicada a dicha santa y que fue fundada hacia 1592 por el canónigo Alonso de Paz para su enterramiento.
La aparición de Santa Leocadia a San Ildefonso es una de las pinturas más valiosas en el plano artístico que posee Santa María la Mayor. El motivo principal es la imagen de Santa Leocadia cuando surge de su sepulcro para agradecer a San Ildefonso en nombre de la Virgen la defensa que de ella hace en sus escritos, momento que aprovecha el santo para cortar un trozo del velo de santa Leocadia, como precisa Ángel Ballesteros en el libro publicado con motivo del VIIICentenario de La Colegial.
El historiador reflexiona en torno a esta obra y apunta que se presiente en ella el recuerdo del aire del Greco, la paleta veneciana, dentro de una estética manierista y recuerda la creencia de que el rostro de San Ildefonso es el retrato del canónigo Alonso de Paz.
Sobre esta misma composición, Juan Nicolau Castro apunta que la obra revela todas las influencias en las que bebió Blas de Prado, desde el manierismo que triunfó en Italia, al colorido veneciano, la dulzura de algunas de las pinturas del Corregio y la tensión de algunas figuras de El Greco.
También alude a la vinculación de Tristán con el maestro cretense en esta misma publicación Félix del Valle, quien detalla que ambos artistas fueron contemporáneos y sostiene la similitud de San Ildefonso con San Agustín en el cuadro del Entierro del conde de Orgaz de El Greco.
Sin embargo, a juicio de Del Valle, y a diferencia de lo que muchos consideran, ve poco probable que fuera discípulo del artista cretense.