Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


De guerras por el mundo

19/09/2024

Aunque al cabo del día te ha llegado información a raudales y no tienes tiempo material ni siquiera para saber de qué se trata, hay asuntos que- será por su particular atractivo- reclaman tu atención y te obligan a su lectura, sea como sea. Así aconteció con los resúmenes de unos trabajos del Departamento de Estudios sobre Paz y Conflictos de la Universidad de Uppsala y con el Panorama geopolítico de los conflictos 2023, editado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (EIEE), que - ¡vete tú a saber la razón! - llegaron hasta mis manos.
Ambos documentos tratan sobre las guerras y los conflictos armados que vive nuestro mundo con distintos enfoques. Los investigadores suecos destacan que, a pesar del aumento del número de contiendas - con un 400 % más de muertes en combates desde 2000- no se les presta mucha atención y solo algunas de ellas logran concitar el interés internacional, lo que afecta a su evolución, ya que la presión internacional suele facilitar el alto el fuego con la mediación de un tercero. 
Según el IEE, el interés del mundo y de sus habitantes por las guerras es directamente proporcional al riesgo de que se propague y de que atraiga otras potencias que, además, estén invirtiendo en armamento nuclear para estar a la altura de sus ambiciones geopolíticas.  Guerras como la que estallaba en 2022 tras invadir Rusia a Ucrania, que ha contado con apoyo militar y financiero de Occidente.  Como la de 2023 cuando Hamás y otros grupos armados palestinos de la Franja de Gaza ocupada iniciaron un ataque por sorpresa a Israel, que ha impuesto un asedio completo sobre Gaza. Otros conflictos como el derivado del restablecimiento del Emirato islámico, tras derrocar los talibanes a la República Islámica de Afganistán con la retirada occidental incondicional, van relegándose, poco a poco, al olvido.
Quizás porque en el grado de preocupación de la comunidad internacional por los enfrentamientos bélicos y las hostilidades también influye si hay familiaridad geográfica y cultural, con los países en conflicto, del público consumidor de noticias, si los conflictos se desarrollan cerca de poblaciones o en lugares despoblados, si hay restricciones a la circulación de periodistas y de ONG o si hay o no noticias, videos y mensajes circulando por las redes. O será porque los occidentales, aunque superamos a Ptolomeo, abrazamos el heliocentrismo de Copérnico e incluso rehabilitamos solemnemente a Galileo en 1992, acusado de sospecha de herejía en 1663, seguimos creyendo que somos el centro del mundo.
Sabemos menos de la guerra civil de Sudan; de la inestabilidad en el Magreb y en el Sahel; de la expansión de los yihadistas por Benín, Togo, Costa de Marfil y Ghana; de la violencia estructural en Ruanda y Congo; de la guerra de Yemen o de la guerra civil en Myanmar. Poco de las dificultades para la Paz total en Colombia; de los derechos fundamentales en El Salvador; de la falta de cohesión en Bosnia y Herzegovina o de la represión de los uigures musulmanes en China.