Mientras la ANC y Òmnium Cultural buscan 100.000 voluntarios para que vayan casa a casa a convencer a los indecisos de que voten en la consulta del próximo 9 de noviembre, ayer se supo que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, jugó a dos bandas el pasado lunes: deslizó la posibilidad real de que no hubiera referéndum y sí elecciones anticipadas para decepción de sus socios y cerró un acuerdo con Marruecos, como si de un país se tratara, para reforzar lazos. Así, ofreció introducir el árabe y el tamazig o bereber en la ESO como segunda lengua optativa, amén de impartir el Islam en las aulas si así lo desean los alumnos.
Con esta medida, el Govern intenta acercar a la causa independentista a los casi 300.000 magrebíes -y españoles oriundos del país vecino- que residen en esa comunidad, más del 3 por ciento de su población. La colonia árabe es la más numerosa en la comunidad, seguida de la rumana (119.000) y la ecuatoriana (79.000).
Conviene recordar que la Ley de consultas que se dispone a aprobar, previsiblemente mañana, el Parlament prevé que la mayoría de los inmigrantes pueda votar. Hay otro dato interesante a tener en cuenta y es que Rabat nunca ha visto con buenos ojos la consulta secesionista, pues podría tener un efecto contagio en el Sáhara Occidental.
Para la consejera de Enseñanza, Irene Rigau, todo esto obedece «al interés estratégico para la internacionalización de la economía que supone el conocimiento de lenguas», y porque «reafirmar y difundir las lenguas de origen de los recién llegados es una riqueza personal y colectiva que recoge el Marco para el Plurilingüismo» de su departamento. A modo de puntilla añadió:«A diferencia de otras comunidades autónomas, algunas gobernadas por el PP, no hay ningún centro donde se imparta religión islámica».
Tamaño espíritu de integración contrasta con la hemeroteca. Así, no hace muchos años, concretamente tres, el líder en la sombra de Unió, José Antonio Durán i Lleida, mostró su rechazo a que los magrebíes votaran en los comicios municipales, rebatiendo los argumentos de la por entonces ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez.
Las reacciones a esta nueva estrategia internacional no tardaron en llegar, y, curiosamente, el rechazo más furibundo se dio desde la Comisión Islámica de España , cuyo presidente, Riay Tatary, avisó a Mas de que la enseñanza del Islam a los alumnos musulmanes residentes en España depende de su área y «nadie debe interferir», ni siquiera Marruecos, que marcaría, según el polémico pacto, las directrices de los contenidos a enseñar sobre ese credo.
Desde el Congreso de los Diputados, el portavoz del Partido Popular, Alfonso Alonso, mostró su incomprensión por la «discriminación negativa» de la Generalitat a quienes quieren estudiar en castellano en esta región y la «positiva hacia otros».
Como se puede apreciar, cualquier apoyo -hasta se bajaría la edad de votar a los 16 años- es poco. Incluso de ases del deporte. De hecho, los hermanos Gasol, estrellas mundiales del baloncesto, pidieron que se respete el derecho a decidir en su comunidad.