A favor del feminismo bien entendido

M.G
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Pilar Guio y Ana Pilar Corrochano, dos profesoras jubiladas, charlan sobre el 8-M, el machismo, los logros conseguidos y las barreras. Ambas luchan por la igualdad, pero rechazan el feminismo «politizado»

Ana Pilar Corrochano y Pilar Guio comparten clases de baile. - Foto: Yolanda Lancha

De fucsia, de manera casual, Pilar y Ana Pilar comparten casi nombre, profesión y reflexión sobre el feminismo, la igualdad y el 8 de marzo, Día Internacional de Mujer, una fecha heredada de 1910, de aquella jornada en la que un grupo de mujeres de cerca de una veintena de países se reunieron en Dinamarca para avanzar en la igualdad de género y en la defensa de sus derechos.

«¿Por qué hay un día especial para la mujer y no para el hombre?», se pregunta Pilar Guio, una profesora jubilada a la que no le gusta esta fecha porque tiene claro «que hay que trabajar por la igualdad todos los días», sin excepción. Pilar es feminista, pero del feminismo bien entendido, deja caer, ese «en el que la mujer defiende derechos junto al hombre, derechos de los dos». Un contexto que no encuentra hoy «porque parece que la mujer está contra el hombre y no estoy de acuerdo».

Ana Pilar asiente porque coincide con Pilar. «No estamos contra los hombres, no todos los hombres son malos. También hay mujeres buenas y malas porque va con el ser humano». En cambio, a esta otra profesora jubilada desde hace dos años sí le gusta el 8-M porque lo considera «una celebración en valores». 

Eso sí, Ana Pilar cambia el gesto  cuando se desvirtúa el mensaje del 8 de marzo. «Lo que no apoyo es que se convierta en el día de El Corte Inglés, ni en un frasco de colonia que me compren mi marido y mi hijo, prefiero que hagan la cama que ahí es donde somos iguales».

Sus recuerdos como profesoras afloran enseguida. Ana Pilar solía explicarle a sus alumnas lo que han luchado las mujeres y les contaba «que murieron ciento y pico trabajando, cumpliendo con su obligación, luchando por el pan y por sus valores». Y se incluyera o no esta lucha en el temario, ella tiraba «de libertad de cátedra» para homenajear a las mujeres que han peleado por derechos. 

Las dos han compartido la misma profesión en distintos centros educativos y tienen claro que han tenido muy presente educar de la misma manera a niños y a niñas. En igualdad. «A los alumnos si se les educa desde pequeños no tienen ningún problema, el problema lo hemos creado los mayores», explica Pilar. 

Ana Pilar le da la razón porque su experiencia en el aula ha sido muy similar a pesar de que sus alumnos eran de Primaria. «Tenía muy claro que no podía decir una cosa por las mañanas en el colegio porque me pagaban y otra distinta en casa por las tardes». La coherencia hay que practicarla y ella se siente satisfecha porque considera que en su hogar ha habido equilibrio, tareas compartidas y sus hijos han colaborado de la misma manera aunque uno fuera chico y otro chica. 

Aun así, al principio pensó que no sería así cuando se casó porque Julián, su marido, no estaba acostumbrado a hacer tareas de casa porque lo hacían sus hermanas. «Ahí me dije que habría mucho trabajo», pero desde el primer momento se puso un reparto de tareas igualitario para evitar sacrificios innecesarios. 

Pilar también lo tuvo claro: «Nunca he tenido problemas en casa de ese tipo. Desde el primer día que me casé con Carlos -de apellido Martín-Fuertes- sabía que yo no iba a hacer sus cosas. Él tenía su mesilla y yo la mía, así que él se sacaba sus calzoncillos y yo mis bragas».

-¿Se entiende qué es el feminismo?

«Se confunde, se politiza y se contamina», responde Ana Pilar sin más. 

«Desde muy jóvenes hemos luchado por la igualdad de la mujer, pero parece que ahora el feminismo va en contra del varón y hay hombres feministas. No soy política ni pertenezco a ningún partido, pero creo que ahora hay una lucha contra el hombre y un poco de culpa tiene la izquierda extremista al llevarlo por ahí», apunta Pilar.

En este sentido, las dos ven que algunos gestos se sacan de contexto. «Si estaba trabajando en el colegio y un compañero me abría la puerta y me cedía el paso no me lo tomaba mal, también lo cedía yo sin problema», comenta Pilar. En su trabajo se sentía querida y respetada, aunque recuerda la anécdota con un compañero con el que tenía poco trato. «Cuando teníamos claustro siempre buscaba sentarse al lado de la profesora más joven». Quizá lo más llamativo lo vivió el día que ella y un alumno se chocaron accidentalmente en un pasillo y su compañero soltó:«¡Quién fuera niño!»

Ana Pilar también se acuerda de un comentario machista que sufrió en el colegio por parte de un padre que se acercó a darle las gracias porque su hijo había estado muy contento en clase ese año «a pesar de ser una mujer».

Educación. Ambas profesoras han estado cuarenta años dando clase en distintos colegios, experiencia más que suficiente, pero no se han topado con muchas conductas machistas entre los más pequeños. «Normalmente, salvo excepciones, cuando das clase a un niño problemático detrás hay una familia problemática;y si el niño es fenomenal, la familia suele serlo también».

Aun así, Ana María quiere decir que se tienen pensamientos y miedos infundados vinculados al machismo. A ella le pasó en su primer destino como profesora de inglés. «Me colocaron en un aula de un pasillo en el que todos eran profesores hombres. Había una máquina de café y pensé que yo no estaba dispuesta a traerles el café todos los días...» Sonríe por estas cosas.  «Era 1986 y nunca mis compañeros me dijeron que les trajera el café, lo preparábamos cada uno cuando nos tocaba».

Ambas también tienen anécdotas con sus hijos. A Pilar le llamó la atención en la graduación de su hijo como médico que la mayor parte de la promoción fueran mujeres. Y Ana Pilar cuenta que el suyo estudió Enfermería y tuvo que soportar que los profesores hablaran en femenino. «Como es una profesión de mujeres, su tutora le colocó un fonendo durante las prácticas y todo el mundo pensaba que era un médico».

Retos. Queda camino en relación a la igualdad y tanto Pilar como Ana Pilar se encuentran de vez en cuando con alguna mujer machista. La primera pasa de largo si no la conoce, pero la segunda no puede evitarlo y no se calla porque le duele más que encontrarse con un hombre machista. «Aun así, desde que estoy jubilada veo todo con otro prisma y conozco mujeres que no han tenido oportunidades de formarse y ahora que son mayores «es su momento de aprender y de divertirse».

Estas dos mujeres saben que todavía hay que derribar barreras, como la estética. «El culto al cuerpo está en hombres y mujeres, pero parece que ellas tienen que tener mejor imagen todavía», suelta Pilar, convencida «de que no se sabe envejecer». A su lado, Ana Pilar se despide diciendo que la mujer suele hacer más sacrificios laborales, aunque ella los hizo por sus hijos y no lamenta «no haber hecho cursos que proponían en el colegio» por ir al parque por las tardes.