El profesor de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha, Fernando Martínez Gil, presentó ayer en la Biblioteca regional su libro ‘El Corpus Christi y el ciclo festivo de la Catedral de Toledo’, un completo estudio de la fiesta grande en el que el autor ha reconstruido todas sus ceremonias incluyendo la procesión, autos sacramentales y las fiestas de toros que tenían lugar en torno a la celebración.
Tal y como explicó, la obra incluye un seguimiento de la evolución del Corpus, una fiesta que se ha ido transformando desde la Edad Media hasta la actualidad. Martínez Gil hace hincapié en todo el ciclo festivo en torno a la Catedral que «no ha sido nunca un espacio solitario y silencioso» ya que a lo largo de todos estos siglos ha dado cobijo a otras manifestaciones festivas y populares que se han perdido con el paso de los años. El autor señala en este libro de 526 páginas, editado por Almud Ediciones de Castilla-La Mancha en colaboración con el Consorcio de la Ciudad de Toledo, los orígenes de la fiesta del Obispillo, el canto de la Sibila y el oficio de pastores de los maitines de la Navidad.
A juicio del también doctor en Historia Moderna y licenciado en Antropología y Etnología de América, estas ceremonias que se han perdido o que se han transformado forman parte del patrimonio y, por ello, en este libro las ha recuperado para que perduren en la memoria de los toledanos. «También pueden ser un patrimonio aprovechable en el día de hoy», añade el autor, que hace hincapié en que el interés por retomar, por ejemplo, el canto de la Sibila «se ha dado en los últimos años en Toledo».
La publicación no trata solo de ofrecer una descripción estática de las ceremonias festivas sino que pretende contar la historia de cómo la religiosidad medieval se fue transformando con un carácter más solemne y pretendidamente espiritual.
Ha sido una década de trabajo para el autor, al que le surgió la idea tras la participación en un seminario de la Facultad de Humanidad sobre el Corpus Christi, una fiesta que conocía de pequeño. «Una fiesta no se anquilosa sino que se transforma, es decir, tiene muy poco que ver la procesión del siglo XVI con la del siglo XXI».