En 2024 debatíamos de resaca económica y de sostenibilidad económica y de división Norte Sur. Paradójicamente la economía nunca ha estado tan intervenida. Nunca hemos dependido tan descaradamente de unos fondos europeos que nos marcan el paso por mucho que nos pongamos gallitos, y es que aún nos dura la resaca de la fiesta de la primera década del 2000 en que los políticos jugaron a ser banqueros con esos juguetitos llamados cajas que todavía siguen reabsorbiéndose como matrioskas.
Ya en 2025 hablamos de choque tecnológico, presión desreguladora y de hasta tercera era nuclear. Los gobiernos, más allá de sus chocolates del loro internos de chiringuitos y corruptelas zafias y tribales, está marcados por poderes mucho más elaborados y potentes que imponen la (des)regulación del viento de lo que realmente nos mueve la veleta.
2024 fue año de retroceso en los compromisos internacionales y de desbordamiento humanitario, es decir de incumplimiento de la palabra dada y de no ayuda al prójimo. Algo que es un clásico en el siglo XX. Desgraciadamente, a España no nos tienen que dar lecciones con un tema en el que hacemos tantas aguas como es la solidaridad, que se supones es eje de nuestra Constitución y que está tan degradada políticamente, por más que se empeñe ingenuamente la ciudadanía en quitarle barro. En 2025 darán paso a las urgencias climáticas sin liderazgo colectivo y al fin de los consensos en materia de Género. El año pasado solo en Brasil se quemaron 22 millones de hectáreas, que es el equivalente toda la Red Natura de España, que es la más amplia de Europa con más de dos mil espacio naturales. Y en cuanto al no consenso en materia de género, qué nos van a explicar a nosotros de una bandera que tiene tantos colores como interese políticos y en la que somos incapaces de ir a una por tanto interés mezquino y politizado de algo que debiera ser indiscutido.
Las dos últimas tendencias que marcaron 2024 fueron la pugna mentirosa seguridad vs derechos y el desacoplamiento entre intereses y valores. Es realmente preocupante cómo preferimos orden a libertad y no hace falta ser muy listo sobre la deriva de llevar esa dualidad a los últimos extremos y al hecho de que priorizamos el dinero por encima de la dignidad, la solidaridad y la sostenibilidad, porque si hay dos cánceres universales y destructivos son el egoísmo y la avaricia. En 2025 la progresión estará marcada por la deportación de migrantes y derechos y la militarización de la seguridad, es decir, la cimentación de aquella frase tan dolorosa y mezquina de construir muros democráticos… apartar al que nos incomoda en vez de ayudarlo y tratar de poner muros los más altos posibles a nuestros oasis de libertad, ponerle climalit y aislar de ruidos y olores nuestra zona de interés, eso sí con hermosos teflones con frases y lemas tan vocingleros como hueros.
En fin, que no es por aguar el año nuevo, pero deberíamos hacérnoslo ver y simplemente intentar tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran, tener algo de espíritu crítico y ponernos, no en los zapatos de marca del otro, sino en sus pies magullados y descalzos.
Feliz salida y entrada de año.