Los delitos adscritos a la cibercriminalidad siguen ganando terreno en las cifras que, cada trimestre, maneja el Ministerio del Interior. La importancia de este tipo de infracciones que se desarrollan en o por medio ciber no solo se mide en su continuo incremento sino que cada vez son mayores las consecuencias de las estafas o ciberdelitos cometidos por medios informáticos, ayudados especialmente por el auge de las compras online y otras crecientes formas de comercio.
Consciente de esta magnitud, el Ministerio de Interior introduce desde hace tres años información estadística de ciberdelitos en su Balance de Criminalidad, registrando un aumento de 2,3 por ciento en España durante los nueve primeros meses de 2024 con respecto al año anterior. Con ello, no solo informa del impacto de una realidad cada vez más presente sino que también ayuda a su conocimiento para evitarlo en la medida de sus posibilidades.
No hay tregua tampoco en la ciudad de Talavera, donde hasta el pasado mes de septiembre se han registrado 387 infracciones penales cometidas en/por medio ciber, por las 289 cometidas en el año anterior, lo que supone el 33,9 por ciento más que en el mismo periodo de 2023.
De ellos, la gran mayoría, 344 o el 88,8 por ciento del total, están formadas por estafas informáticas, mientras que el resto, un total de 43 por los 19 del año anterior, se registran como otros ciberdelitos.
Así, el 15,2 por ciento de las 2.532 infracciones penales registradas en total en la ciudad en este Balance de Criminalidad correspondes a delitos ciber.
Son muchos los actos ilícitos que se enmarcan dentro de los delitos ejecutados a través de la red. La ciberdelincuencia es aquella actividad que por medio de la red o a través de un sistema informático tiene como objetivo atentar contra la confidencialidad, la integridad y la disponibilidad de los sistemas informáticos, de las redes y los datos, así como el uso fraudulento de estos sistemas, redes y datos.
Los delincuentes que se aprovechan ahora del mundo informática, manejan a su antojo la propiedad ajena valiéndose de métodos aún poco conocidos para una parte importante de la sociedad como el phising (captar contraseñas o números de tarjetas de crédito imitando correos electrónicos de organismos u organizaciones oficiales), la monitorización de teclado, el ciberbulling (acoso escolar) o el grooming (ciberacoso sexual a menores) para conseguir sus objetivos.
Con todo, y ante un aumento que parece no tocar techo, es más que necesaria la concienciación social para alertar y sensibilizar ante este problema que para muchos es aún desconocido.