Entiendo perfectamente la preocupación de Pedro Sánchez. Es normal que se coja cariño a las cosas que nos rodean, sobre todo cuando se han seleccionado con tanto esmero como él puso en la elección del colchón. Un día entero de todo un presidente del gobierno para realizar esa delicadísima tarea, le da un valor incalculable. Por ello es de comprender que se preocupe cuando vislumbra el peligro de perderlo.
Pero a mi juicio es un desasosiego gratuito. ¿Qué puede hacer un pobre juez de instrucción contra el presidente del Tribunal Constitucional? Lo que está haciendo: perder el tiempo. Por mucho que este juez blanda el código penal, el Fuero Jugo y hasta las Siete Partidas, la decisión final es de don Cándido, ¡qué ojo tuvo quién le eligió! La realidad es que está malgastando unos recursos públicos preciosos. Un tiempo que podría emplear en perseguir ladronzuelos de poca monta, incluso políticos de la oposición o artistas simpatizantes de Ayuso. Pero intentar tocar el bienestar de Pedro es temeridad manifiesta, es la pelea de un caniche con un fila brasileño. De hecho un intelectual de altura, como es el portavoz del grupo socialista, don Francisco Javier López Álvarez, ya ha sentenciado que no hay caso "Begoña" que hay caso "Peinado". Si él lo dice, con la clarividencia que lo caracteriza, garantía de acierto.
Porque además de contar con el más fiel guardián de la impunidad de la familia Sánchez, cuenta con un partido político del que ya es exagerado hasta su clasificación como partido. Realmente es una secta con tales convicciones, que todos ven por los ojitos de su amado líder, director y guía incontestable de quienes se consideran progresistas. Por tanto carece de sentido que Pedro Sánchez se preocupe por su futuro por los tejemanejes de su "dulcinea"… otra cosa es España, España sí tiene motivos para estar temerosa de su futuro.
Porque quien va a pagar la cuenta de estos años de dictadura socialista va a ser España y los españoles si es que alguna vez, todo llega, somos capaces de superar el fanatismo de esta secta. Porque la realidad, hasta el momento, es que crece de forma exponencial ante cualquier crítica que este Kim Yong-un español pueda sufrir.
Sinceramente, nunca creí que podría contemplar los aspavientos espasmódicos que puede fingir, por ejemplo, nuestra ministra de Hacienda para demostrar su fervor por Sánchez. Muchas veces me pregunto si es que esta mujer y muchos similares, tienen familia o vecinos que los conozcan, porque a una persona normal le daría mucha vergüenza aparecer ante los suyos después de uno de sus espectáculos de entrega incondicional al amado líder.
Pero quien de verdad está en peligro es España. No digo que vaya a desaparecer como estado, pero las dentelladas de tanto desaprensivo como nos desgobierna, la están dejando como unos zorros. La vergüenza que están pasando los españoles que aún conservan la cordura, no se paga con dinero. Las humillaciones a que nos están sometiendo, promulgando leyes redactadas por los delincuentes, no tienen perdón de dios por muy indulgente que sea. La falta de competitividad que este desgobierno está generando en nuestras empresas, la vamos a pagar con pobreza y desempleo, por mucho que truquen las cifras y consideren empleados a quien se rascan la barriga… Pero esto pasará… Hasta Atila pasó…