«La Unión Europea se levantó sobre la base del Imperio Romano»

Á. de la Paz
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El escritor Santiago Posteguillo ofrece mañana, desde las 21.00 horas, una conferencia en el circo romano que clausura la primera parte del ciclo de novela histórica Toledo, luz de Europa

Santiago Posteguillo, escritor y profesor. - Foto: Víctor Fernández

Hay profesores de Historia de instituto y universidad que toman sus obras como recurso. Supongo que se le mezclan orgullo y responsabilidad.

Siento orgullo en la medida en que unos textos que están diseñados primordialmente para el entretenimiento se valoran también como de elevado y sustantivo contenido cultural e histórico, de modo que se pueden utilizar en las clases de Historia. En ese sentido, es un orgullo para mí porque se está valorando todo el trabajo de documentación que hago en las novelas. Y, complementariamente, supone una responsabilidad. Recuerdo cuando, de forma anecdótica, un chaval muy jovencito me dijo: «he corregido a mis profesores de Latín e Historia en función de sus novelas». Claro, las novelas históricas que hago no dejan de ser eso: novelas. Hay una parte de ficción que añado y me veo en la obligación, por responsabilidad, de añadir una nota histórica donde explicito qué cosas me he permitido añadir para completar una historia. Esas cuestiones añadidas no tienen que ser falsas, simplemente no se sabe lo que ocurrió en esos huecos de la historia. Pero lo comento para que no se las tome un estudiante como hechos confirmados.

¿Cómo articula sus libros? ¿Qué rasgos tiene el protagonista que escoge frente a aquel otro que desecha?

Hay que tener en cuenta que suelo hacer sagas de novelas; es decir, me voy a pasar entre un mínimo de cuatro años y hasta doce con un mismo personaje. No puedo permanecer todo ese tiempo con un personaje que no sea alguien que admire. La clave es seleccionarlo por sus varias virtudes. En el caso de Escipión, se trataba de una persona francamente noble que es el iniciador del desarrollo y de lo que luego será, aunque todavía en el periodo de la república, el posterior Imperio Romano. Además, es un personaje que influye mucho para que Roma absorba todo el legado griego.

De Trajano me interesaba que fue uno de los mejores emperadores de Roma y, además, era muy nuestro, de origen hispano. Quería recuperar el personaje: me parece un hombre fascinante que luchó activamente contra la corrupción política. Luego teníamos a Julia Domna, que fue una mujer de enorme carácter e inteligencia y, como tantas otras mujeres, ha quedado relegada y postergada en el relato histórico a simplemente «mujer de», en este caso, del emperador Septimio Severo. Pero era mucho más que la «mujer de», era una forjadora de una dinastía. Y, finalmente, Julio César, con quien creo que no ha lugar a que explicite la relevancia de un personaje que tiene muchas luces y algunas sombras, pero de quien hay más que aprender. Por eso me parece un personaje al que merece la pena recrear con todo el espacio que le voy a dedicar.

La novela histórica facilita la divulgación y la comprensión de determinados pasajes históricos, poco conocidos muchos de ellos. ¿Existe un cierto riesgo de banalización?

Cuando tratamos datos académicos o científicos intentamos explicarlos no solo a los especialistas, sino a un público mucho más amplio. Ese es el proceso de una divulgación que es tremendamente necesaria. La investigación científica más avanzada necesita difundir sus resultados para que la sociedad comprenda cuán relevante es financiar cuestiones que la mayoría de la gente, normalmente, no entiende. Y la divulgación histórica es muy importante para comprender más o mejor nuestro pasado, saber de dónde venimos, comprender los errores que se cometieron en el pasado y los aciertos que también pudo haber, y reproducir aciertos y evitar errores. En ese sentido, se requiere explicar la historia de una forma que llegue no solamente a un pequeño grupo de especialistas, sino que alcance a mucha gente. Ahora: hay que medir bien hasta dónde divulgamos y hasta dónde hacemos simplificaciones o buscamos formas particularmente amenas de explicar el hecho histórico que no lo trivialicen o frivolicen, sino que, simplemente, hagan que se comprenda mejor por un mayor número de personas.

Toledo se construyó sobre la primigenia ciudad romana. ¿Qué queda de aquel legado y cuánto de la Roma antigua en la actual España?

Lo que ocurre con Toledo es que es una ciudad donde se han acumulado tal cantidad de acontecimientos históricos, que a su vez se ven reflejados en una enorme cantidad de edificios de todas las épocas y de muy diversas culturas, desde la romana hasta la musulmana, la judía y la cristiana. Toda esta acumulación de hechos hace que la parte romana, el sustrato inicial de la ciudad, haya quedado un poco en el olvido, relegado. Entre el Greco, la catedral o las sinagogas judías, queda un vestigio romano un tanto enterrado, y nunca mejor dicho, bajo todo ese enorme peso histórico.

Pero está muy bien que Toledo también recuerde que fue una importante ciudad romana y que ese es su origen. Por ejemplo, el circo donde vamos a celebrar la conferencia fue el mayor hipódromo de toda Hispania; es decir, era un circo particularmente grande y relevante, lo cual hace idea de que el Toletum romano ya alcanzó una gran importancia.

En el conjunto del país perviven las leyes, que son la evolución del Derecho romano, nuestro idioma, que es una evolución del latín, y un montón de costumbres, desde frívolas como hacer la siesta hasta otras más significativas como son las leyes que están conectadas directamente con el Derecho romano. Somos, queramos o no, para bien o para mal, tremendamente romanos.

El hecho de haber sido capital del reino visigodo y ciudad de las tres culturas, ¿ha opacado la Toledo romana?

Lo ha ocultado. Pero, evidentemente, sin reducir la enorme relevancia de estas cuatro culturas, hay que acordarse que todas ellas se han edificado sobre el sustrato romano inicial.

Su última novela ha sido Maldita Roma. Trata de Julio César, quien anduvo por Hispania.

Julio César en Hispania hizo muchas cosas y estará al menos en cuatro ocasiones. Vendrá, primero, como cuestor y conocerá el sur de Hispania. Más tarde, volverá como propretor y ahí tendrá una importante campaña bélica contra los lusitanos que atacaban territorios del norte de la Bética Hispana y, entre otros, es probable que el propio Toletum estuviera en esa frontera donde podía sufrir ataques lusitanos. Ahí, llevará una muy compleja, pero exitosa, campaña para acabar con estos ataques hacia la zona de la Bética y del sur y el centro de Hispania.

César regresará en dos ocasiones más a lo largo de la compleja guerra civil que tendrá lugar entre él y Pompeyo. En una primera parte de la guerra vendrá para destrozar tropas de los pompeyanos allá donde se producen las grandes batallas, como Ilerda [actual Lérida]. Tampoco hay que olvidar que la gran batalla final de la guerra civil entre César y los pompeyanos -porque Pompeyo había fallecido en el año 45 antes de Cristo- se desarrolla en Munda, un lugar en el sur de Hispania, en la actual Andalucía, que varias ciudades se disputan hoy como lugar del enclave. Para César, Hispania fue el espacio donde consigue su primera gran campaña militar contra los lusitanos y, posteriormente, el punto donde consigue doblegar las fuerzas pompeyanas en la guerra civil.

Ha aludido a Julia, procedente de Siria y mujer de Septimio Severo, también protagonista de dos de sus libros. ¿Qué protagonismo disfrutaron las mujeres en Roma?

Pues el papel muy relevante que, normalmente, las mujeres han jugado en casi todas las sociedades, desde su capacidad de influencia en el entorno de los círculos de poder y haciéndolo siempre de forma indirecta. La sociedad romana, como tantas otras, era una sociedad patriarcal donde las mujeres normalmente no podían ocupar posiciones de mando, administración o poder, pero influían notablemente en las personas que sí podían tomar esas decisiones. 

En el caso de César, esto es particularmente notorio en la medida en que los dos referentes masculinos del entorno familiar, su padre y su tío Cayo Mario, fallecen cuando es un adolescente. Crecerá junto a su madre, Aurelia, junto a su primera esposa, Cornelia, sus dos hermanas, su hija, Julia, y su tía, también Julia; esto es, entre mujeres de quienes aprende a valorar sus opiniones. Y en particular, y muchísimo porque era muy inteligente políticamente, a su madre, Aurelia. En este sentido, podemos ver que las mujeres eran muy importantes. Hay algunas siempre que, excepcionalmente, se saltan cualquier límite de las sociedades patriarcales de la época. A saber, por ejemplo, Cleopatra, que era cualquier cosa menos una mujer que influyera indirectamente en nadie porque lo hacía directamente en todo.

Creo que está bien no recontar la historia alterando los hechos que ya se han contado; pero, es verdad, que se ha tendido a contar la historia de los hombres sin tener en cuenta tanto a las mujeres. Está bien completar el relato histórico, no cambiarlo, pero sí completarlo. Las novelas de Julia iban en esa línea y la forma en que estoy recreando la vida de Julio César se observará que también va a tener muy en cuenta su interrelación con las mujeres.

El dominio de Roma se extendió por las dos riberas del Mediterráneo, pero su desarrollo posterior ha sido muy desigual en el norte y en el sur.

Si uno viaja por la costa norte de África, la cantidad de monumentos romanos que puede encontrar incluye una Leptis Magna en Libia, restos en Túnez, una ciudad como Volúbilis en Marruecos o todo lo que se halla en Egipto. Además, Turquía tiene una inmensa cantidad de monumentos de las antiguas Roma y Grecia que demuestran que los romanos tuvieron una presencia muy notable en el sur del Mediterráneo. 

Es incuestionable que el hecho de la aparición de la religión musulmana y del islam hará que haya una evolución diferente en el norte del Mediterráneo y en el sur. El cristianismo fue la religión que el Imperio Romano asume en algún momento final, mientras que el islam se crea de una forma que quiere sobreponerse a ese mundo romano y cristiano, lo que hará o forzará que la evolución en el sur del Mediterráneo sea diferente.

Pero no me atrevería, necesariamente, a decir si fue mejor o peor. Durante bastante tiempo, la parte musulmana o islámica, todo el imperio islámico que abarcaba desde Arabia hasta el norte de África, preservó culturalmente mucho del conocimiento griego y romano. De hecho, hay textos sobre el mundo antiguo que nos llegaron a través de los árabes y los musulmanes. Eso no quiere decir que la evolución, siendo distinta, fuera mejor o peor en un sitio que en otro; era, evidentemente, diferente. Sí que es cierto que después, a lo largo de la historia, hay un momento donde Occidente sigue avanzando o evolucionando en una serie de cuestiones, mientras que la parte sur no lo hace y parece quedarse detenida en algunos aspectos. 

Aseguró en una entrevista que «los españoles tenemos un conflicto con nuestra historia».

Sí que lo tenemos y es bastante evidente. Simplemente, y sin estar ni a favor ni en contra, un país para el que su bandera y su himno nacional suponen un problema para una parte muy amplia de la población es un hecho que muestra claramente que hay un problema de comprensión de nuestra historia. Y eso solo pasa aquí: es algo muy particular y muy extraño. Es evidente que el peor conflicto que puede vivir un país siempre es el de una confrontación civil. Una guerra civil cuesta mucho de digerir. En Estados Unidos tuvieron una y aún la están digiriendo; pero como ha pasado más de un siglo más que con la nuestra ya la tienen medio digerida. Pero nosotros no tenemos para nada digerida aún la Guerra Civil y cuando creemos que lo hemos conseguido, nos vuelve a venir una indigestión. 

La clase política no ayuda a que podamos convivir y comprender mejor nuestra historia de una forma más pausada. Siempre se están removiendo las vísceras y así es muy complicado que podamos debatir sobre ella con cierto sosiego y distancia. 

Por eso a mí me gusta escribir de hace dos mil años y sobre procesos donde tenemos los mismos problemas. Espero que el lector, al ver reflejados dos mil años antes aspectos como la lucha con el poder y por el poder, la confrontación civil o el conflicto entre los distintos poderes, observe que son cosas que también tenemos hoy, pero que, al situarlas en la antigua Roma, pueda mirarlas con más distancia y, desde la distancia, reflexionar sobre lo que está bien y lo que está mal. Y espero que puedan extrapolar que lo que pudo estar bien o mal hace dos mil años sigue estando bien o mal ahora.

Pero plantear una reflexión sobre nuestro presente, que se vive desde una enorme polarización, es relativamente complejo. Es difícil que una gran parte de las personas puedan reflexionar con cierto sosiego sobre los problemas sociales, políticos y económicos que tenemos.

¿Qué aspectos de la organización política de la Roma antigua pueden trasladarse al presente?

Todo lo que usted quiera. En Roma, soy yo, la primera novela sobre Julio César, muestro cómo un fiscal intenta enjuiciar a un senador completamente corrupto. En el libro se advierte cuán difícil es conseguir que un político corrupto sea juzgado y condenado, pero se observa cómo el idealismo de la lucha por conseguirlo prevalece. Es una lección que nos da César desde el pasado, consiga o no la victoria en el juicio: él muestra cuál es el camino. En Maldita Roma vemos su complejo ascenso político y cómo gana cinco elecciones, una tras otra, utilizando una técnica bastante sorprendente que consistía en presentarse ante el pueblo de Roma con un programa electoral que, cuando era elegido, cumplía. Luego volvía a presentarse, añadía nuevas promesas, volvía a ser elegido y volvía a cumplirlas. Ante ese fenómeno, lo único que se les ocurre a los senadores opositores es intentar sobornarlo para que no se presente más.

Son cuestiones que hacen reflexionar. Hay un montón de interconexiones entre el poder judicial, el poder legislativo y el Senado, donde se puede ver cómo un poder intenta imponerse al otro o uno influye en el otro. También de eso se pueden sacar conclusiones. Siempre me sorprende que me pregunten cuándo voy a escribir una novela relacionada con la actualidad cuando me parece muy evidente que todo lo que escribo es tremendamente actual. En dos mil años hemos podido evolucionar tecnológicamente: hablamos aquí por teléfono móvil, se puede grabar esta conversación y tenemos antibióticos. Sin embargo, la lucha por el poder es prácticamente igual ahora que hace dos mil años, con sus virtudes y con todos sus defectos. Por eso, creo que mucho de lo que se cuenta en novelas como Roma soy yo, Maldita Roma o la que estoy ahora haciendo, la tercera parte de la saga y las que harán cuarta, quinta y sexta, tienen mucho sobre lo que se puede reflexionar con relación a nuestro propio tiempo.

Para la longevidad de Roma, ¿fueron más importantes las legiones, las calzadas o los grandes eventos públicos?

El gran secreto de Roma para perdurar durante siglos fue combinar con gran habilidad un poder civil y administrativo imponente, a través de las calzadas y también del mar gracias al control del Mediterráneo, que se transforma en una gran calzada acuática por la que discurre un enorme comercio. En el año 67 antes de Cristo, con Pompeyo, Roma decide acabar con la piratería en el Mediterráneo. El comercio, el poder administrativo y civil, y la estructuración de las ciudades de una forma similar por todo el vasto territorio que controlaba, junto con un efectivo poder militar en un mundo duro y violento, como, lamentablemente, sigue siendo hoy, caracteriza Roma. Porque en un mundo con claras tendencias a la violencia, tener una fuerza disuasoria efectiva y potente de verdad, como eran las legiones romanas, era el segundo elemento. 

Es cierto que los juegos gladiatorios y las carreras de cuadrigas, que se podían ver desde el extremo occidental al extremo oriental de toda la civilización romana, también proporcionaban esa sensación de pertenecer todos a un mismo tipo de sociedad. De hecho, siempre he dicho que si la más complicada y muy mejorable Unión Europea que tenemos ha sido posible es porque ya existió. La Unión Europea se construye sobre la base de una unión anterior que se llamaba imperio romano y que si no hubiera existido como tal, habría sido aún mucho más difícil construir una Unión Europea.

¿Tuvo, de alguna manera, la aventura española en América su espejo en Roma? ¿La metrópoli romanizó el Nuevo Mundo?

Todos los imperios se construyen de una forma muy similar. Se podría decir que Roma, en gran medida, se construye por la admiración que muchos de los líderes romanos, empezando por el propio Julio César, tenían de Alejandro Magno. Todos los imperios se construyen con esta idea; por un lado, una combinación de querer acumular poder y riqueza; por otro, a veces también se añade el propósito de expandir una forma sociocultural de entender el mundo. 

El problema negativo de los imperios es cuando esto se quiere hacer por pura y mera imposición, que suele ser bastante frecuente. También la expansión se puede hacer de una forma más colegiada con aquellos territorios que se van añadiendo. En el caso del Imperio Romano hay una combinación: a veces, la expansión se produce de un modo muy violento; otras veces, de una forma más pactada. Trajano, por ejemplo, pacta con los nabateos incorporar toda Arabia al imperio, pero manteniéndoles un régimen de cierta autonomía para evitar una confrontación militar.

En el caso de la expansión de España por América Latina hay una parte de violencia, pero también hubo una expansión cultural y la creación de hospitales, universidades o ciudades. Fue una mezcla bastante combinada de los dos elementos.