Explican en las filas sanchistas que la estrategia para las elecciones próximas -Galicia, País Vasco, Parlamento Europeo- será la misma que la que tuvo tanto éxito el 23 de julio, en la que no ganó el Psoe pero permitió que Pedro Sánchez se mantuviera en el gobierno.
Si efectivamente siguen con la alerta de que no votar a la izquierda tiene como consecuencia un gobierno fascista, de PP y Vox, entonces no se comprende que alardeen tanto de contar con un gurú que "robaron" al PP. No debe ser tan bueno el famoso politólogo, porque está más que superada la historia de que el PP es igual que Vox, que pretenden crear un gobierno sectario y antidemocrático, que cercena libertades, impone modelos culturales retrógrados, persigue a los que no piensan como ellos y no tienen ningún tipo de sensibilidad social.
Ese discurso ya no sirve por muchas razones. La primera, porque Feijóo ha aprendido la lección del 23-F. Ya sabe que es obligado estar permanentemente en guardia, que debe controlar hasta la última declaración del último concejal de pueblo y que no puede dejar las riendas del partido en manos de casi nadie ni media hora. Como sabe también que Sánchez es capaz de cualquier cosa, por inaudita que sea, con tal de ganar votos.
El erre que erre de que PP es idéntico a Vox está más que superado, no cuela. Como no cuela que cada disparate de Vox el Psoe lo adjudique al PP.
Ha medido mal el Psoe la respuesta a la piñata de Ferraz, acusando al PP de apoyar esa idea ridícula, patética, además de irrespetuosa. Ha medido mal porque si se trata de ver quién ha faltado más al respeto a las personas, ganaría por goleada el Psoe sanchista. Ve delito de odio en lo que hace Vox, sin tener en cuenta que el premio mayor se lo lleva el Psoe, de brazos cruzados ante actuaciones de sus socios. Por no mencionar que empiezan a fallar los asesores del Psoe y del gobierno: qué menos que antes de anunciar demandas a PP y Vox por la piñata de Ferraz, esos asesores se ocuparan de consultar las hemerotecas: hace pocos años el tribunal de Estrasburgo levantó la condena a dos independentistas que habían quemado una foto del Rey, porque según el tribunal europeo no había delito de odio sino crítica política.
La insistencia del sanchismo en colocar en el mismo plano a PP y Vox para mantenerse así en el machito, ya no funciona. Necesitan otro tipo de argumentos para detener el chorro de votos que se les va por el desagüe. Sánchez no asume que la mayoría de los españoles, incluso votantes habituales del Psoe, más que el rechazo a un posible un gobierno de extrema derecha, que no sería el caso pues el PP se mueve en el centro, no quieren un gobernante que miente, se alía con partidos odiosos y, además, cede a sus inaceptables exigencias.