La Humildad gana la partida a la lluvia

Galán
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El Cristo de la Humildad esperó, procesionó y deslumbró un Miércoles Santo más. Aguardó su momento por la lluvia y casi una hora más tarde inició una marcha menos multitudinaria, pero igual de poderosa

Hay quien nace con estrella. El Cristo de la Humildad la tiene y así se demuestra en las calles abarrotadas que conforman todo su itinerario. Con lluvia, frío o viento nadie se quiere perder una cita que hace tiempo que está marcada en el calendario con mayúsculas y mucho colorido. 
En un día en el que se mascaba la tensión por saber si podrían o no sacar el paso a relucir ante una lluvia que no paró de caer en toda la tarde, el Cristo de la Humildad se hizo grande y supo esperar su momento, para a partir de ese momento hacer lo que mejor sabe hacer, bailar sobre los hombros de sus fieles cargadores y desatar los aplausos de los admiradores.

Las precipitaciones hicieron que la procesión se retrasara. Media hora más tarde de lo previsto comenzaron a salir los primeros capuchones del Monasterio de San Juan de los Reyes, pero no fue hasta las 22:00 horas cuando empezó a retumbar el himno de España, lo que indicaba que el Cristo de la Humildad y el romano que lo acompaña en la imagen habían salido ya del templo. Un romano que, por cierto, volvía a vestir diferente con una armadura con detalles rojos y blancos y unas plumas en su casco también cándidas.

Ya no había marcha atrás. La cofradía había emprendido su camino y aunque las condiciones meteorológicas eran poco favorables los toledanos no les dejaron solos. Quizás los capuchones aceleraron su paso, pero al talento no se le puede añadir más velocidad. Se disfruta tal y como es. Con la aportación de una banda que la dota de una identidad propia y con los bailes de unos cargadores que llevan la coordinación bajo 'los kilos' típica del vals más codiciado.

La Humildad gana la partida a la lluviaLa Humildad gana la partida a la lluvia

Una identidad con banda sonora que un año más vivieron en primera persona en ubicaciones como el convento de San Antonio, en Santo Tomé, donde el Cristo de la Humildad se giró única y exclusivamente para rezar entre sus paredes. El alcalde Carlos Velázquez presidió la procesión.

La Humildad gana la partida a la lluvia
La Humildad gana la partida a la lluvia

Con la música y los aplausos recibidos la Humildad siguió su camino, venció a la lluvia y encaminó su jornada hacia la madrugada, donde asienta su entrada triunfal a San Juan de los Reyes, que con suelo mojado se veía aún más espectacular.