En medio del zafarrancho nacional el País Vasco se ha convertido, en plena campaña electoral, en un oasis de sosiego político. Los mítines son una enumeración de propuestas sociales y mejoras en educación o sanidad. Este sábado ni siquiera la campaña era el tema del día. El partido del Athletic en Sevilla, con miles de desplazados al sur, monopolizaba las charlas de los bares. Y el ascenso de los de Otegui en las encuestas no parece preocupar en la calle por que la apuesta es que el PNV y los socialistas vascos reproduzcan el pacto mantenido hasta ahora. Oír al otrora furioso Arnaldo Otegui hablar en un mitin de soberanía (por supuesto), pero de mejorar el nivel de vida de los vascos con la misma intensidad, es sorprendente y lleva a pensar que debe tener la boca sangrando de tanto morderse la lengua. También el sosiego se debe principalmente a que las acusaciones cruzadas, los insultos y el "y tu más", son tan escasos como irrelevantes.
Y eso, a pesar de los nervios del PNV con su nuevo candidato Imanol Pradales, que de puro sensato casi ni se le oye. Ha conseguido ascender a su antecesor en el liderazgo, Urkullu, a la categoría de líder de masas. Antoni Ortuzar, el presidente de la formación y quien le colocó de candidato, se desgañita en los mítines para suplir el verbo recatado del joven Pradales Algo similar ocurre en EH Bildu, con la renovación generacional ha llegado la prudencia y Pello Otxandiano va siempre acompañado de Otegui para arengar a las masas. Porque el candidato está mucho más curtido en el trabajo en la sombra, dentro de la formación abertzale, donde ha tenido un papel importante en el giro ideológico.
Al candidato socialista Eneko Andueza, también universitario, le marcó el asesinato de su íntimo amigo, Isaías Carrasco, concejal de Mondragón, a manos de ETA. Sustituye a Idoia Mendia y defiende la política social frente a los desbarres identitarios. Sánchez viaja al País Vasco este fin de semana para apoyar la campaña, con dudas de si su presencia suma o resta. Andueza sabe que sus diputados van a inclinar la baraja entre PNV y Bildu y esa es su oferta al electorado. Las dos candidatas, de SUMAR y Podemos, que siguen caminando separadas, tienen escasas posibilidades de salir del pozo al que les han sumido las disputas internas, como ya paso en las elecciones gallegas. Y, por último, el candidato popular, Javier de Andrés, se aleja mucho de sus predecesores en cuanto a la combativa españolidad de sus mensajes. De Andres conoce muy bien la política de Euskadi, se relaciona bien con el resto de los candidatos y, pese a que sus expectativas son cortas, aspira a recuperar algún escaño perdido en el Parlamento Vasco. Quien nos iba a decir que los tumultuosos tiempos del "raca, raca" de Ibarretxe iban a pasar al olvido sin dejar huella. Lo dicho: un oasis en el desierto de la crispación.