El acto institucional por el medio siglo de existencia del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, un recurso que ha atendido a casi 15.000 pacientes desde su inauguración, elogió la labor colectiva que ha realizado el centro de referencia en lesión medular. La calidad asistencial y la investigación han marcado cinco décadas de trabajo, un esfuerzo que, desde 2002, año en que la competencia de sanidad se transfirió desde el Estado a las comunidades autónomas, se desarrolla bajo el paraguas de la Administración regional.

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, reivindicó la condición de nacional que mantiene un centro que acoge a enfermos procedentes de toda España. «Es una prueba de la solidaridad de esta tierra», aseguró. El jefe del Ejecutivo regional destacó la proyección de Parapléjicos más allá de los límites autonómicos, pese a que el dinero que sostiene al hospital salga del erario de la comunidad. «Me insultan todos los días por hablar de lo nacional», indicó. 

«Dentro del sistema nacional de salud, este centro es una perla», subrayó Page. El presidente regional reconoció su «orgullo» por la sanidad pública española, otra historia de éxito que «desmiente tanto fatalismo» respecto a la evolución contemporánea del país. La aventura de Parapléjicos «resume muy bien la excelencia de una sociedad cuando se pone de acuerdo», reconoció Page, quien esbozó un breve recorrido por la historia de un hospital que se inauguró en las postrimerías del franquismo y que, por lo tanto, ha evolucionado durante la democracia. En los próximos meses, la Junta incorporará un nuevo TAC de mayor precisión al instrumental del centro, según anunció su máximo responsable.

El consejero de Sanidad, Jesús Fernández Sanz, elogió la «excelencia asistencial y de investigación» en Parapléjicos. El Ministerio de Sanidad nombró al hospital centro de referencia para el tratamiento de lesión medular en 2021, un reconocimiento que facilita «más ingresos, más consideración». 

El centro se constituye, además, como un espacio de formación donde un centenar de investigadores trabajan en el futuro de estas dolencias y tratan de aportar respuestas para el diagnóstico y su tratamiento. El representante del Gobierno regional presume de la inversión creciente. «Multiplicamos por quince lo que se invertía a nuestra llegada», subrayó Fernández Sanz; además, Sanidad riega con un millón anual la adquisición de herramientas de alta tecnología.

Por su parte, el alcalde se felicitó por la aportación del centro en favor del buen nombre de Toledo. Carlos Velázquez explicó que, además, «de ciudad de las tres culturas, de los concilios, imperial o de Alfonso X y la Escuela de Traductores es también la del Hospital de Parapléjicos». Además, insistió en la «simbiosis» entre la urbe y el centro sanitario, una relación que tiene en la colaboración en áreas como el deporte y la cultura su máxima expresión. El primer edil aludió a la presencia del CiBRA, Feciso o el Festival de Jazz en las instalaciones del recurso; también enumeró los planes de deporte adaptado, la práctica de piraguismo en el Tajo o el apoyo de Aspaym como ejemplos del estrecho vínculo.

Asimismo, Velázquez aprovechó su alocución «para ensalzar la labor de los profesionales que habéis pasado por aquí», a quienes agradeció su cercanía y de quienes remarcó su protagonismo. El alcalde defendió el «rigor y la excelencia» como símbolos de identidad del hospital y se retratoja a su lectura, en 2010, del libro Afrontando la lesión medular, de María Ángeles Pozuelo, un obra de la que entresacó algunas ideas de tres de los testimonios que recoge esta compilación. «El milagro humano que es Parapléjicos hace que aquí pasen cosas extraordinarias que también salen fuera».

UN ESPACIO DE «HUMANIDAD». La directora de Parapléjicos, Mónica Alcobendas, describió al centro que dirige como «un lugar de cuidado, conciencia y humanidad»..

En Parapléjicos, la «persona con lesión medular es el centro de todo», contó la doctora. El espirítu «inclusivo» del hospital sirve de guía para afrontar el futuro, un tiempo nuevo en la que la esperanza para los pacientes y sus familias resiste como primera pauta.