Amable y sin artificios, la alavesa Patricia López Arnáiz es de las actrices mejor valoradas y su carrera en televisión y cine está llena de aciertos. Así, en la gran pantalla participó en la Trilogía del Baztán, basada en las novelas de Dolores Redondo y en televisión ha formado parte del elenco de series tan populares como La peste o La otra mirada. En el western contemporáneo Nina, ella encarna a la protagonista.
Nina narra una historia de engaño, de silencio cómplice y de abuso de menores. ¿Al prepararlo, ha sido el papel más duro que ha hecho?
Al intentar meterte en el personaje y ponerte en su lugar, la mente y el cuerpo no están separados. No solo es un trabajo teórico sino que invocas emociones. Depende del momento, de la inspiración, de si estás o no certera y los sitios a los que tienes que llegar te tocan puesto que el mal está muy presente.
Personalmente, me han impactado las secuelas psicológicas que este tipo de actos dejan en las víctimas porque no se recuperan. ¿Le provocó a usted esa misma reacción?
A nada que conozcas testimonios de mujeres reales que lo han vivido palpas su dolor puesto que eran adolescentes cuando les ocurrió. Hay secuelas muy difíciles de superar.
Cada vez hay más herramientas para localizarlas, pero esa violencia sexual deja una huella, más aún en la adolescencia cuando es una etapa muy permeable y somos más vulnerables al no saber protegernos.
¿Cómo se siente cuando se ve portando una escopeta?
Interpreto a una mujer que nada tiene que ver con John Wayne en cualquiera de sus western. Nina no es una asesina, ni una psicópata. Para ella, coger un arma y apuntar a alguien no es fácil. Rodando la película me di cuenta que cuando tenía el arma y apuntaba me provocaba mucha tensión y eso que mi personaje es una mujer herida y enfadada.
A algunos espectadores les puede frenar que hablamos de otra película de venganza, un tema recurrente en el cine. ¿Qué les comentaría para animarles a ver Nina?
Nina tiene elementos cinematográficos del género del western pero lo que buscaba la directora, Andrea Jaurrieta, era el toque social. Es una película original, diferente, que profundiza en la naturaleza humana. No solo habla de violencia explícita sino también del silencio que la permite.
Lleva usted un año fantástico en cuanto a películas que han agradado al público como Ane, 20.000 especies de abejas y la que nos ocupa. ¿Selecciona usted muy bien los papeles que interpreta o ha tenido suerte de que le hayan ofrecido personajes atractivos en pocos meses?
Por un lado, tiene que darse la oportunidad de que me lleguen proyectos interesantes, pero es verdad que vivo un buen momento profesional en el que puedo elegir. Así que, cuando leo un guion, me dejo llevar por lo intuitivo, aunque otras veces no lo tengo tan claro y me fijo en otros factores como quien es el director.