Año 2.350. Talavera de la Reina. El futuro ha llegado y las máquinas lo controlan todo, incluso la capacidad de crear e inventar del hombre. Los jóvenes Mario y Abril, guiados por la curiosidad típica de la edad, encuentran las ruinas del que fue el Museo de Cerámica Ruiz de Luna, con restos de piezas de diferentes épocas y un folleto de aTempora con la explicación de cada una de ellas.
Esta historia, futurista pero centrada en la cerámica más tradicional, es el hilo conductor del libro ‘Keramikós. Los Guerreros del Barro’, la quinta publicación histórica de 'Pequeños Arqueólogos', de la editorial Cuarto Centenario, que aborda de forma amena la historia de la cerámica, desde la Prehistoria hasta la actualidad, haciendo especial hincapié en su proceso de elaboración y decoración. El objetivo de este libro, como los anteriores, es recoger la historia de la cerámica talaverana, en este caso, haciéndola “divertida, ilustrada y didáctica” para enganchar a los niños y a la vez, servir como un manual claro y sencillo también para adultos.
Así lo explica Rubén Pérez, quien junto a Silvia del Mazo conforma el equipo de ‘Pequeños Arqueólogos’. Junto a ellos, en esta aventura, el ilustrador Jesús Sánchez, quien da forma a los dibujos de una forma magistral transportando a los lectores al interior de las páginas.
Keramikós es el último reto de Pequeños Arqueólogos, tras recoger el guante del presidente de la Federación Regional de Artesanía, Roberto Perea, quien les animó a hacer un trabajo sobre la cerámica y su historia. “Teníamos clavada la espinita de no haber hecho ningún tema de Talavera”, indica Pérez, quien destaca que en esta nueva historia Talavera es protagonista en un 60 por ciento del libro.
Así, mezclando futuro pero centrándose en el pasado (actual presente), los jóvenes Mario y Abril ‘investigan’ sobre la cerámica sin conocer realmente qué es, para lo que cuentan con la inestimable colaboración de su abuela, que les habla de sus tiempos dorados. Sin embargo, nadie les puede enseñar a hacerla para recuperarla, “porque todo ese saber se ha perdido” aunque encuentran la opción de la máquina espacio-temporal de un inventor. Aquí se presenta una nueva pregunta: ¿A qué época viajamos? La respuesta, nuevamente, se encuentra en el folleto de aTempora que los chicos encontraron entre las ruinas del Museo.
En el mismo, explicadas a la perfección están las épocas de la cerámica, desde la prehistoria hasta nuestra actualidad, con yacimientos y piezas significativas de cada una de ellas. Así, viajan al Neolítico, a un poblado en Albacete que tuvo piezas en la exposición, en la época prerromana van a Libisosa; visitan lógicamente Casaeróbriga, la Talavera romana, y conocen al famoso Calvinus, el alfarero romano más antiguo documentado, o Recópolis ya en época visigoda. Calatrava la Vieja es su destino en el medievo mientras que regresan a Talavera en la edad moderna y contemporánea, principal lugar para conocer lo mejor del arte del barro, que le ha dado fama mundial al laborioso trabajo de sus artesanos.
Para reforzar su carácter didáctico, al final de cada capítulo aparece un cuaderno de Bitácora con un resumen de las técnicas de elaboración y decoración más importantes de cada periodo, y por supuesto, la declaración de las técnicas artísticas de la cerámica de Talavera y Puente del Arzobispo como Patrimonio inmaterial de la Humanidad por la Unesco. La noticia en el libro, como no podía ser de otra manera, aparece en una animada portada del diario La Tribuna.
RELEVO GENERACIONAL. ‘Keramikós’ afronta la importancia de un equilibrio entre las nuevas tecnologías y la tradición y, por supuesto, el relevo generacional como principal problema del sector cerámico en la actualidad. “Creemos que es importante que pueda haber ese relevo generacional porque si no nuestra cerámica va a ser una especie en extinción, y eso hemos querido reflejar, llevar siempre un equilibrio entre la tecnología y lo que son nuestros oficios artesanales y el valor que tiene poder seguir transmitiéndolo de generación en generación”, defiende Rubén Pérez.
‘Pequeños Arqueólogos’ es consciente de este posible inconveniente e intenta paliarlo con los diferentes talleres de ‘Arqueocerámica’ por los que cada año pasan 1.200 niños en los que despierta la curiosidad artesana. “A muchos les encanta cuando lo hacen y decoran, preguntan a Silvia y ella les recomienda la Escuela de Arte, ya que muchas veces no se establece como una alternativa”.
El libro se ha convertido ya en un “básico para la gente de Talavera, no solo para niños sino también para adultos ya que hace un recorrido sencillito por la historia y permite tener unos conocimientos básicos”. Así, recoge el por qué de nuestra cerámica, cómo se hace, y el valor único de cada pieza.
Se trata, indica Pérez, de un proceso de muchos años de formación de la gente que se dedica a hacerlo, que están hechas a mano, que no hay dos piezas iguales. “Es importante que los talaveranos nos sintamos orgullosos y si eso es así, tenemos mucho ganado de cómo vamos a poder seguir manteniendo viva nuestra cerámica”.
‘Keramikós’ es también un homenaje no solo para la ciudad que ha mantenido sus técnicas artísticas como gran tesoro artesanal, sino principalmente para los ceramistas y alfareros, hombres y mujeres, que han sabido guardarlo y transmitirlo generación tras generación.